9 jun 2007

El fin de la Historia


http://video.google.es/videoplay?docid=-853613905759100243&q=garc%C3%ADa+trevijano+Totana

“Antes de ser rey, todo el mundo sabía que era medio tonto”

(AGT)

http://www.youtube.com/watch?v=pvSV1-y4ovw

Aída de la Fuente

http://es.wikipedia.org/wiki/Aida_Lafuente

http://museoprado.mcu.es/35.html

Cuando Francis Fuyukama vaticinó el fin de la Historia, con la caída del bloque soviético y la supremacía del capitalismo rampante, se las prometía muy felices. Los pobres de espíritu no pueden conocer el espíritu humano y su eterna resistencia, puro teorema, contra la mentira y la impostura. El territorio del hombre es la verdad, el sancta santorum al que recurrirá cuando las cosas se pongan realmente negras, cuando bale fuerte el hombre-borrego, sin masculinidad, cuando asole los campos la mujer-harpía, sin feminidad, viento, pariendo muerte y decadencia.

La verdad es el lugar físico de la mínima energía; la mentira orbita en estados cuánticos y necesita de aportes de energía para no caer en la verdad. Necesita periódicos, radios, un mono hablador, la pandi, Pepin Blanco, necesita hombres que ríen y que sin motivo alaban, lobos que balan balas, impotencia de usar otros proyectiles. La mentira necesita mujeres de silbantes vaginas, la cofradía de violinistas locas, el hijo que no tuvieron, el hijo que no tuvimos, el banyo, el arpa genial (por punto g), el mal viento de las harpías.

El fin de la Historia cuando todavía no hemos sido Historia. Nunca hemos sido Historia.

Nos han masacrado, nos han desplazado, nos han discriminado, perseguido, torturado, censurado, enterrado, violado-educado, el educado rubio ángel de la muerte argentino, Tito Paco nos ha atado, ejecutado, juancarlizado. Encarnizadamente nos han democratizado partiéndonos la cara, compartiendo los partidos el festín de los despojos ciudadanos. Nunca hemos sido historia porque nunca ha habido libertad política, salvo en contados lugares en el globo.

La Historia está cansada de acudir rauda, allí donde la contradicción creada por unos pocos hace que se levante de su mental reposo. La Historia es la más bella de las mujeres, habitualmente en duermevela tumbada en el nivel subsconciente del ser humano. Ella quisiera siempre habitar en el lecho mental, en su cama de neuronas, en el hipotálamo, ella, la hija de la madre tierra.

Pero no, periódicamente es despertada por la locura de unos pocos que se alzan con la representación de todos. Periódicamente es arrastrada por el suelo, tirada de los pelos, por las mentes de unos cuantos iluminados. La Historia, que también habita en estas mentes, llama escandalizada a sus hermanas que descansan en el resto de la humanidad a través del inconsciente colectivo. La Historia de los libros no es más que la historia de los sobresaltos del inconsciente colectivo provocados por unos pocos.

El fin de la Historia anunciado por Fukuyama no es más que otro de esos sobresaltos, una mirada perdida de la más bella de las mujeres despertada, zarandeada de su nivel inocente, trabajo, educación ineficiente, honradez la mayoría de las veces.

Nunca hemos sido Historia, nunca hemos estado en la historia sino a través de ese despertar violento, de esos sudores nocturnos sin saber adónde nos llevan un puñado de locos. Hitler, Stalin, Franco, todos.¿Cuánto hemos sido libres?. Nunca hemos sido libres, nunca hemos despertado del sueño y nunca henos visto a la más bella de las mujeres: democracia, responsabilidad y libertad.

En España nunca ha habido una auténtica democracia; en los conatos nos han pasado por las armas. En España y en el resto del mundo, los que hacen las leyes, los que las gestan y las pasan al gobierno, son unos pocos que controlan el país, la costumbre, su Historia, nuestras mentes. Los consumos, las Universidades, todo. Para colmo, estas leyes que son pasadas, sugeridas al Parlamento por los especialistas de los grandes grupos, son aprobadas bajo la vigilancia directa del Ejecutivo sobre el Legislativo que no es tal, ya que no sabe nada o casi nada sobre lo que legisla. No son especialistas.

Nunca hemos sido Historia. Pero el día que en España haya una auténtica democracia la Historia se replegará sobre cada uno de nosotros, despertándose de forma natural de su lecho del inconsciente colectivo y subiendo los peldaños de la consciencia nos tomará de la mano hacia la responsabilidad y hacia la libertad. Y por primera vez en la Historia, la más bella de las mujeres nos mirará de frente, por primera vez la sociedad civil se elevará de tal modo que seremos Historia. Ese será el fin de la Historia, el fin de los sobresaltos de la más bella de las mujeres.

Viva la República Constitucional. Viva España.


4 jun 2007

El partido mínimo



http://www.antoniogarciatrevijano.com/

Cada cuatro años aproximadamente, se puede asistir en las modernas democracias occidentales al más dantesco de los episodios que la vida en sociedad puede deparar, dejando aparte el singular caso de la suegra levantisca.

Me refiero a los pactos postelectorales, unos aconteceres donde milagrosamente y por otra y gracia del abultado culamen y pechera de los presupuestos anuales del municipio o comunidad correspondiente, ponen de acuerdo mediante la religión del dinero a los que anteayer eran enemigos irreconciliables. Es la “erótica del poder”, en última instancia el poder de meter mano en el sancta santorum de los presupuestos.

El apareo de los partidos, con su régimen interno semidictatorial, en el medio ambiente de esta pseudodemocracia, no es apto para estómagos delicados o para unidades biológicas con una memoria superior a la del pez (un segundo). En caso contrario, la salud mental del organismo que presencie estos galanteos, estos lenguajes de abanico, corre serio peligro.

Pero la tragedia del escenario político no acaba con estos acontecimientos bochornosos, uniones contranatura de programas de diseño que nadie lee, ni siquiera ellos mismos, y es por esto por lo que no tienen remordimiento alguno a la hora de poner los cuernos más salvajes al ciudadano que les votó. Su cinismo y su osadía llegan a tales extremos en alguna de estas cuevas de ladrones, de arrebatacapas aforados, que llegan incluso a pedir que el estado se reduzca a la mínima expresión, en concordancia con las tesis neoliberales del Estado mínimo. Pues bien, si el Estado se reduce, ¡ellos también deberían reducirse porque ellos están integrados en el Estado¡. Las tesis neoliberales se reducen en esencia a la desmantelación final de lo poco que queda de los estados occidentales que no son los partidos políticos. ¡Quieren quedarse ellos solos¡.

Quieren quedarse ellos solos con su funcionamiento dictatorial de mesa camilla, que diría Umbral. Quieren quedarse solos para vender el oro de la voluntad popular, robada a la sociedad civil cada cuatro años, a los grandes mercaderes.

Pues bien, contra la idea neoliberal de Estado mínimo, propongo la idea de Partido mínimo, una leve estructura que provea de una teoría e ideología básica a los candidatos de cada distrito y de café y bollería. Nada más. Y que por supuesto de libertad de voto a los electos cuando estén en las Cortes defendiendo los intereses de sus respectivas mónadas republicanas.

La disciplina de partido y los pactos postelectorales son instrumentos lampedusianos para conseguir que tras los posibles cambios en la sociedad civil, el poder esté siempre en las mismas manos y todo siga igual.

No hay mayor esclavo que el que se cree libre, y estos partidos mostrencos nos tienen encadenados a la pata de la mesa-camilla del general Franco y adictos a sus soconuscos con chocolate y a la Coca-Cola de los intereses estadounidenses en Europa después de la Segunda Guerra Mundial.

Todo está atado y bien atado: nosotros.