
Pero a condición de no dejarla de asir ante el abismo, se la somete y con razón, a condiciones leoninas y a un duro plan de entrenamiento. Ahora sí que a España, dentro de 20 años no la va a conocer ni la madre que la parió, porque estamos, de facto, sometidos a un protectorado useño-alemán ante la incompetencia y rapiña de la casta política.
Ahora empieza otra transición, ahora forzada por los indicadores económicos, y no por las ansías de libertad política de la sociedad civil española, tal y como teorizamos en el blog de García-Trevijano y diario de la República Constitucional. La libertad política, quizás, se cuele de rondón entre la letra pequeña de las profundas reformas que va a sufrir España.
Pero nadie da un duro gratis. Hay y habrá espacios por donde empiece a asomar el sol en el cielo emponzoñado de la partitocracia, hay y habrá tiempos en los cuales se pueda salir de la caverna; serán pequeñas oportunidades que tendrá la sociedad civil para ponerse de pie y apartar la maraña gelatinosa y cáncer partidista. Pero serán escasos: después, fuerzas externas, si ven que en la casa no hay nadie, sólo niños de pecho o adolescentes tarados, entrarán para ocupar el sitio, pequeño, dejado por la casta parasitaria.
España vive, si,un apocalipsis, pudiendo los españoles retomar su ancentral querencia por el último libro de la Biblia, a manera de novela realista.De paso podríamos recuperar como símbolo nacional el águila imperial, el águila de Patmos, bastante más estético que esa cosa que tenemos ahora, a modo de sudoku asiático y no una cosa seria como USA o Alemania, que conservan sus rapaces nacionales. Es tiempo de cetrería, de lucha en los cielos y no de espera en la conejera o caverna.
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