21 oct 2017

¿Y nuestra democracia?

A media hora escasa para que comparezca Puigdemont, los acontecimientos se siguen precipitando y nadie tiene claro si la aplicación del artículo 155 de la Constitución será suficiente para estabilizar una situación revolucionaria en Cataluña.  Me gustaría que así fuera, pero creo que no. Creo que en media hora el molt honorable Carles Puigdemont va a afirmar que se va a proceder a votar, en el parlament cerrado, la suspensión de la suspensión de la independencia. El grado de surrealismo de la situación es digno de las tierras gerundeses del president y de la picaresca más castellana. 

Esta mañana, tras la comparecencia de Rajoy, emergió un concepto común en el partido de los comunes y posibles, bloque monárquico, por lo que barrunto que la solución de Podemos a esta situación endiablada es la apuesta republicana a nivel nacional, proponiendo un referéndum a nivel nacional. 

En esta hora gravísima para la nación española, no parece que la reforma constitucional que ofrece el PSOE a los independentistas, a consensuar en una comisión del Congreso, vaya a ser considerada como una salida. 

Sigo pensando que la mejor manera de salir de este atolladero, y a la que se puede llegar por la decantación de los acontecimientos, si el proceso revolucionario no se descontrola absolutamente, es entrar en un proceso constituyente a nivel nacional, volver a situarnos en la casilla de salida de 1975, para crear una nueva constitución que corrija la del 78 y que someta a consideración de toda la soberanía nacional la llegada a democracia más auténtica. Pidamos Más democracia, como piden los independentistas, y decidamos todos: monarquía o república, auténtica separación de poderes, verdadera representatividad de los electores, para que el hecho de votar sea una parte menor del funcionamiento de una democracia, y no la parte esencial que es ahora, y que legitima el robo de la acción política a la sociedad civil por unos partidos estatales que, si, son restos del franquismo. 

Pero también son restos del franquismo todos los partidos del cerrado Parlament catalán, también son partidos de estado, por lo que ellos también deben someterse al calibre de la democracia. Si no lo hacen, la independencia que proponen es para crear otro estado de partidos en lo que antes era una autonomía española. 



16 oct 2017

Carta al president Puigdemont

A pocas horas para que expire el plazo que el Gobierno de España le ha dado para que responda el requerimiento, le imagino en una de sus peores noches de su vida pero también pero en la antesala de la culminación de algo a lo que ha dedicado toda su vida. No hay más que ojear su biografía para ver con nítida claridad cuál ha sido el ideal que le ha movido.

Hoy le vi en el homenaje a Companys y pronunció las palabras paz, serenidad y democracia, como sortilegios con los que someter al creciente clima de guerracivilismo que está viviendo todo el país. De repente, todos los errores no resueltos de la España (y Cataluña) del siglo XX emergen de nuevo, en un paisaje desolado por la corrupción y la crisis económica. 

De su colega Carles Campuzano me quedo con la afirmación de que "España no nos ha ofrecido un proyecto político ilusionante"; de Ana Gabriel con la frase "ese mismo Tribunal Constitucional que recortó el Estatut en 2010" y sus alusiones a "la República que nos arrebataron los fascistas", para afirmar que España si puede ofrecer a Cataluña ese proyecto cautivador, un proyecto que se pudo haber llevado a cabo en la Transición pero que los actuales partidos políticos abortaron para convertirse en partidos de estado, tentáculos del propio Estado, sin fiscalización alguna con la sociedad civil. 

El proyecto que es atractivo para Cataluña (y para toda España) es una república con genuina separación de poderes donde se asiente una auténtica democracia y donde los representantes de los territorios se deban más a sus representados que a los partidos a los que pertenezcan.

Cataluña puede obrar el milagro de conseguir la ruptura democrática que no se consiguió en la Transición, quedándose el proceso en una reforma que en realidad, transforma la dictadura franquista en una dictadura de los partidos de estado, sin auténtica democracia, sin auténtica separación de poderes y con la corrupción como disolvente universal de todos los problemas y motor de todas las iniciativas. El interés de los partidos estatales ha robado la democracia a los españoles durante estos 40 años de folletín y autobombo. O dicho de otro modo, los españoles (y los catalanes) no han vivido nunca en democracia. Nunca. Ni está ni se la espera. 

Pero usted, hoy, mañana, tiene en su mano la oportunidad de traer esa democracia, no sólo a Cataluña, sino a toda España. Cataluña se puede convertir nuevamente en la vanguardia, esta vez política. Sé que no se van a conformar con una reforma de la actual Constitución, como no nos conformamos muchos españoles. Queremos la ruptura democrática, materializada en un proceso constituyente que lleve a la redacción de una nueva Constitución.


De la encrucijada en la que se encuentra usted y que se materializa en el requerimiento que le ha formulado el gobierno sobre si alguna institución ha declarado la independencia de Cataluña, podría responder. 

"Sí, se ha declarado la independencia de Cataluña del actual Estado pero no se ha declarado la independencia de un futuro Estado sobre el que queremos abrir un diálogo y al que queremos contribuir en su construcción"