17 nov 2008
La formación de hábitos.
Lo mencioné hace unas semanas en Twitter y algunos de vosotros me habéis preguntado por él. Aunque lo he visto recogido en varios sitios tradicionalmente se le atribuye al gran cómico y actor Jerry Seinfeld. Es tan sencillo que contarlo suena ridículo, pero es tan eficaz que contarlo es imprescindible.
Para mí el hábito es la clave total, absoluta e imprescindible de la Productividad y la Gestión Personal. El “hábito” es lo que hace que tú hagas una cosa espontáneamente y con naturalidad.
Los hábitos productivos son difíciles de reproducir porque generalmente van contra nuestra naturaleza, instinto o tendencia que suelen ser justo las contrarias. Al hábito se llega por la repetición de gestos y de rutinas y es ahí donde el método de Jerry Seinfeld entra en juego.
¿En qué consiste?
Imagina cualquiera de estos tres hábitos que te cuesta desarrollar pero que quieres desarrollar: te cuesta recordar que tienes que hacer la revisión diaria de tu GTD, te cuesta ponerte a hacer deporte al final de la jornada, te cuesta apagar el “messenger” y demás aplicaciones-distracción cuando te pones a trabajar. ¿Cómo formar ese hábito?
Imprime o consigue un calendario de proporciones generosas y ponlo en una pared que vayas a ver con mucha frecuencia. No se trata de esconderlo sino de verlo “sí o sí”. Lo recalco: tienes que ponerlo en un sitio que inevitablemente vayas a ver.
El primer día en el que logres hacer lo que te proponías marca con un rotulador bien grueso y de color vivo (rojo por ejemplo) ese día en el calendario. Pon una gran equis. Y haz lo mismo con los siguientes en que logres reproducirlo. Cada nuevo día conseguido, una gran equis.
La visión de ese calendario te “obligará” a repetir cada día ese gesto o esa rutina. Poco a poco irás ganando en naturalidad y al cabo del tiempo no tendrás que mirar al calendario para reproducirlo. “Te saldrá de dentro”. No obstante, sigue marcando con una equis cada nuevo día. Aunque creas que “ya lo tienes”, sigue marcando el calendario cada día.
El método es tan sencillo que contarlo suena ridículo, pero es tan eficaz que contarlo es imprescindible.
Si un día te saltas tu rutina en lugar de una equis colorea por completo la casilla de ese día. El objeto es que destaque bien sobre el resto de días y te convenzas de que tienes que volver a tu rutina y seguir trabajando ese hábito. Y es que después de saltarte un día es mucho más fácil hacerlo también al siguiente.
No te recomiendo hacerlo en un “calendario digital” por una sencilla razón: tienes que acordarte de revisarlo. Es decir, tienes que formar el hábito de revisar tu calendario digital para revisar tu otro hábito… cosa que terminarás por no hacer. La clave de este sistema es tener un calendario bien visible que terminarás por ver tanto si quieres como si no.
Una vez que hayan pasado los días, las semanas o los meses podrás prescindir del calendario. Ese gesto que al principio casi iba contra tus instintos… ahora te saldrá solo con total espontaneidad.
Claves para formar el hábito
Ya las he mencionado en alguna otra ocasión pero esto es algo tan importante que repetiré hasta que se me caigan las falanges de los dedos de tanto escribirlo. La clave del éxito para inducir cualquier hábito es el modo en que lo hagamos.
Recuerda, cualquier persona puede cambiar pero NO todo el mundo cambia…
Practica un solo cambio a la vez.
Propón cambios muy pequeños, casi microcambios.
Propón cambios muy concretos y palpables. Algo que te permita decir: “he conseguido ESTO”.
No propongas un nuevo cambio hasta que el anterior se haya asentado. Tranquilo, no tengas prisa por cambiar. Hay muchos días.
Propón cambios que te apetezca hacer. Aquello que te motiva es más fácil de reproducir.
Practica diariamente y sigue el método de Jerry Seinfeld. Porque lo que no se ejercita se pierde.
Mide y evalúa los cambios: los avances y los retrocesos.
Practica sin reproches, con paciencia y determinación.
13 nov 2008
Gestión de redes sociales.
Aquellos que participamos de forma activa en algunas redes sociales sabemos del gran número de beneficios que nos reportan: ampliar tu círculo de amistades, incrementar tu número de contactos profesionales, lugar de diversión, válvula para liberar estrés, punto de información de actualidad, lugar donde aclarar dudas y un largo etcétera.
Quien no ve los beneficios es porque no quiere verlos o porque no ha utilizado lo suficiente alguna de estas redes. Ahora bien, de la mano traen también una serie de daños colaterales que no debemos ignorar: distracciones, tendencia a olvidar con facilidad su propósito original, interrupciones, repartir nuestra atención en varios sitios, más “trabajo” para nuestro trabajo, entre otros.
Por ello me parecía una buena idea hacer un pequeño recetario de (mis) claves para sacar provecho y entablar una sana relación productiva con las redes sociales. La solución a los malos hábitos de estas redes no pasa por la supresión sino por aprender a relacionarnos con ellas.
(Puede que muchos ejemplos que citaré a continuación se centren en Twitter, porque es la que más utilizo, pero encontrarás sin dificultad paralelismos en otras redes en las que puedas participar.)
1 Dales un sentido—Pero, ¿por qué estás en esa red?
—Pues la verdad, no lo sé, yo es que me apunto a un bombardeo.
No me cansaré de recalcar una y otra vez que nuestro tiempo y sobre todo nuestros niveles de atención y energía diario son finitos y muy preciados. Lo peor que podemos hacer es estar ahí “por estar”. Busca y dale un sentido a esa red y por encima de todo a tu presencia en ella. Tal vez pueda ser ampliar tu red de amigos, un rincón donde explotar tu hobby, buscar información sobre un tema del trabajo, hacer networking profesional, un lugar donde charlar de forma distendida… sea lo que sea, interpreta lo que te aporta y tu relación con los Twitter, Facebook o Tuenti tendrá más sentido y sobre todo no devorará tu energía diaria de forma indiscriminada.
Participa en ellas en tanto en cuanto puedas y sin rozar lo más mínimo tanto las Tareas Clave como las otras obligaciones de tu verdadero trabajo.
2 Fija límites y cúmplelos
En Twitter yo digo lo que estoy haciendo pero no lo digo cada minuto. Me he fijado unos momentos determinados y un tiempo máximo que le puedo dedicar. Mi trabajo es otro, y ya es bastante duro y exigente. No puedo “cargarme” de más trabajo convirtiendo mi participación en estas redes en una “tarea” más de mi día que no deja, nunca lo olvides, de mordisquear tu vitalidad y atención.
Debo participar en ellas en tanto en cuanto pueda y sin rozar lo más mínimo tanto las Tareas Clave como las otras obligaciones de mi verdadero trabajo. (Salvo, ojo, que esa participación sí aporte algo a tu trabajo o incluso forme parte o sea tu trabajo.)
Personalmente al iniciar el día doy los buenos días en Twitter, contesto a los replies de la noche y después desaparezco hasta el final de la mañana. Esto obedece a los férreos límites que me he marcado y que trato de no romperlos.
Céntrate en las verdaderas tareas de tu verdadero trabajo y ya habrá tiempo, de forma relajada y con el deber ya cumplido, de charlar con tus amigos, de disfrutar de un vídeo en Facebook o de participar en una encuesta de Tuenti.
3 Elige una buena aplicación
La aplicación que utilicemos para participar en esa red puede influir (en algunos casos bastante) y condicionar cómo será nuestra relación con ella (estoy pensando sobre todo en los clientes de Twitter).
¿Es dinámica o tiene una estructura compleja?, ¿permite una lectura fluida o leer es una tortura?, ¿ofrece atajos de teclado para hacerlo todo más ágil?, ¿reduce las distracciones o las potencia con notificaciones y soniditos varios?, entre otras. Esa aplicación va a actuar como un intermediario por tanto condicionará la relación que yo vaya a entablar con esa red. No sólo deberían pesar criterios estéticos sino otros más funcionales que nos pongan las cosas más fáciles.
A la hora de elegir una aplicación yo siempre me hago la misma pregunta: ¿me vale de verdad para lo que quiero o por el contrario soy yo quien está a su servicio?
(Con “aplicación” me refiero también a scripts o extensiones que podemos añadir a nuestro navegador para mejorar o incluir nuevas funcionalidades en la red que utilizamos. En el caso de Flickr, Facebook y demás hay muchas y muy variadas.)
4 Aprende a decir «no»Este punto va muy de la mano del de fijar límites. Conversaciones animadas con cientos de aportaciones, enlaces que nos sugieren para hacer clic, fotos que nos envían y que nos incitan a ver, preguntas que te hacen o que hacen, replies sólo para ti, invitaciones a eventos, invitaciones a unirnos a un nuevo grupo, sugerencias para añadir a nuevos contactos… Si pusiéramos en una balanza toda la actividad que al cabo del día generan algunas de estas redes y que además nos involucran a nosotros el resultado sería abrumador.
Creo que debemos de ser muy rigurosos y respetuosos con nuestro propio tiempo, tener muy claras nuestras prioridades, saber qué papel juegan de verdad estas redes en nuestro día a día y luego… elegir. Y si a veces elegir supone ignorar o decir no, pues muy bien.
Salvo que tu trabajo sea “respondedor oficial de Twitter” no tienes que leerte y responder a todos cuatrocientos y pico tweets que se han generado desde tu última entrada. Tu trabajo es otro, eso está ahí para otra cosa. Recuerda que ser productivo siempre es cuestión de elegir bien.
El decir «no» no es sinónimo de desconsideración sino de respeto por uno mismo, por tu tiempo, por tu energía y por tu trabajo. El primer beneficiado y perjudicado de esas elecciones siempre serás tú. El día que me gane la vida con Twitter o Facebook responderé a cientos de comentarios y me meteré en todos los grupos y saraos que me propongan. Mientras tanto elijo qué hacer. Tú eres una especie de “broker” al que diariamente le entregan un número de horas y una cantidad de vitalidad muy limitadas y muy preciadas… adminístralas bien.
5 Diviérte y pásalo bien
Mucha gente cree que quienes buscamos la Productividad somos robocops que sólo sabemos trabajar en una cadena de montaje. ¡Y una leche! Es justo lo contrario. Disfrutamos más del ocio porque valoramos el trabajo que hemos dejado atrás, lo hacemos además de forma más distendida porque hemos cumplido con nuestras tareas y lo hacemos de forma más consciente porque le damos un sentido a nuestra participación y a lo que hacemos.
Ser productivo no es ser un muermo sino hacer las cosas con más sentido común, con coherencia, a su debido tiempo, con responsabilidad… y por supuesto pasándolo bien.
Utiliza los Twitter, Facebook y demás para pasarlo bien, reír, desahogar, relajarte, charlar y compartir. Si conseguimos hacerlo de forma inteligente creo que no hay relación más productiva que esa.
Ser productivo no es ser un muermo sino hacer las cosas con más sentido común, con coherencia, con responsabilidad… y por supuesto pasándolo bien.
6 Suelta lastre y bórrate
¿En cuántas redes estás? ¿Las utilizas todas? ¿Todas te aportan algo de verdad? ¿Cuánto tiempo te quitan al día? Ni se es más geek ni más internauta ni mejor profesional por apuntarte a todas las redes de la faz de la Tierra. Céntrate sobre todo en las que de verdad te diviertan y te aporten algo y el resto, ignóralas o mucho mejor, bórralas.
Aun cuando no participamos en ellas están reclamando continuamente nuestra atención: notificaciones de actividad, un nuevo contacto que nos quiere agregar y vamos para allá a ver quién de demonios es ese tipo, la propia red nos manda un boletín con novedades y nuevas características, etc. Todo eso te distrae, hace dirigir tu atención hacia un lugar que apenas te interesa y de rebote te roba energía.
No tengas miedo a borrarte de lo que no te interese, el lastre está para soltarlo. Y si no quieres borrarte, al menos reduce a la mínima expresión todas las notificaciones que te envían y procura que no te distraigan más.
7 Haz desconexiones frecuentes
Hablaba antes de fijar límites y de que no hay obligación de participar ni todos los días ni en todo lo que acontece en nuestra red favorita. Del mismo modo creo que es muy recomendable hacer parones, desconectar y desaparecer. Puede ser por unas horas, por un día o por una semana. Tú decides.
Al realizar frecuentes desconexiones evitas la saturación, puedes dedicar ese tiempo a otras actividades (leer, estudiar, conversar “en real”, etc.) y a tu vuelta disfrutarás mucho más de cada participación tuya y de las aportaciones de los demás. Esas interrupciones que pueden ser diarias te ayudarán a valorar más cada gesto y cada aportación y evitarán el tedio o la monotonía.
Personalmente intento aplicarme esta receta en Twitter y cuando “cierro el kiosko” rara vez aparezco hasta el día siguiente. Para que lo bueno sea mejor hay que disfrutarlo con moderación. Si no, repite.
Fuente: ThinkWasabi.
12 nov 2008
A good king
Podría hacer una breve disertación sobre los paralelismos existentes entre el personaje que presento en sociedad a continuación - cuya biografía he copipasteado directamente de Wikipedia - con otras testas coronadas existentes en Europa, incidiendo en el hecho no menor, de que algunas monarquías made in Europe mantienen estrechos lazos con los visires y emires, emulándolos en sus huríes, ¡qué bárbaros reyes!.
Faruq I de Egipto (en árabe, فاروق الاول; también transcrito Farouk y Faruk) (11 de febrero de 1920 - 18 de marzo de 1965). Rey de Egipto. Sucedió a su padre Fu'ad I en 1936. Su título completo era Su Majestad, Faruq I, por la Gracia de Dios, Rey de Egipto y de Sudán, Soberano de Nubia, Kordofan y Darfur.
Como ya fue mencionado anteriormente su padre fue el Rey Fu'ad I y su madre la controvertida Reina Nazli Sabri. De sus hermanas la más conocida es la Princesa Fawzia de Egipto.
Fue coronado con dieciséis años y la primera vez que el pueblo egipcio oyó la voz de un rey a través de la radio. Mantuvo en modo de vida lujoso y se prodigó en excesos en una tierra asolada por el hambre y la pobreza. Conocidos eran sus viajes a Europa, la compra de automóviles caros y la inmensa fortuna en dinero, joyas, tierras y palacios de la que disponía.
Durante la Segunda Guerra Mundial su modo de vida disipado fue objeto de mayores críticas, especialmente durante los bombardeos italianos de Alejandría que nunca afectaron a su residencia a pesar de que toda la iluminación permanecía encendida. También fue objeto de duras críticas que mantuviera al personal italiano de sus residencias y palacios sin ser internados como los del resto del país.
Con su primera esposa la Reina Farida, nacida con el nombre de Safinaz Zulficar (1921-1988) tuvo tres hijas: Farial, Fawzia y Fadia.
Se le consideró cleptomaniaco al robar en distintas visitas al exterior objetos personales de otros mandatarios, como una espada al Sha de Persia y un reloj a Winston Churchill. Su modo de conducirse, junto a su gobierno, de forma y manera corrupta le llevaron a ser apodado "El ladrón de El Cairo".
Esta situación, unida a la derrota árabe en la Guerra árabe-israelí de 1948, favoreció que el Movimiento de Oficiales Libres, encabezado por Gamal Abdel Nasser y Muhammad Naguib, diera un golpe de estado el 23 de julio de 1952 y forzara la abdicación del monarca en su cuarto hijo, apenas un bebé, Fu'ad II, fruto del matrimonio con su segunda esposa Nariman Sadeq. Poco antes, Faruq se había proclamado oficialmente descendiente de Mahoma. Faruq se exilió en Italia primero, y Mónaco más tarde. La mayoría de sus bienes en Egipto fueron confiscados cuando al año siguiente, en 1953, fue proclamada la república.
No obstante conservó una gran fortuna -la que personalmente pudo llevarse al exilio y la que tenía depositada en bancos europeos- y siguió disfrutando de una lujosa vida. Falleció en Roma en 1965 durante una opípara cena. Todavía se casó por tercera vez en 1957 con la cantante de ópera, Irma Capece Minutolo di Canosa
Después de esto, ¿qué añadir?.
Caos y orden
Suscribirse a:
Entradas (Atom)