17 feb 2011

Pax capitalista.

El mundo de ayer, el de Stefan Zweig, ese que le hizo fenecer, hacerse autopupita en ese mundo alucinado que debía ser Brasilia en aquellos tempos, bien pudiera ser el mundo de mañana, una hecatombe mundial, un caerse el telón del corasao&sarao. Pero yo soy un optimista nato (con sueldo neto de la nato que ni el rato), y no me tengo por cándido en lisbon, y y (delay=10) por eso pienso que estamos en la antesala de una época de prosperidad sin precedentes en la historia, en la que las sociedades civiles de los países van a tomar conciencia de su dignidad y se van a hacer presentes en las instituciones, se van a elevar por encima de ellas. Los estados, los gobiernos DEBEN SER EL ESQUELETO de la sociedad civil, y no al revés, no el caparazón de una cucaracha.

La libertad ha prendido en unas sociedades perplejas, infantiles o adolescentes que descubren su responsabilidad y hombría, su dignidad absoluta, su poder caminar al comprobar que los huesos responden. Es absolutamente fascinante ver lo que está ocurriendo en el mundo. Es histórico. Es increible.

ESTO NO HA HECHO MÁS QUE EMPEZAR. La sociedad civil, refugiada en Internet - el Dios que todo lo entrelazada, que todo lo conecta, el dios de la teoría de la complejidad - ha descubierto la verdad y su igualdad con la libertad. La verdad os hará libres, dice San Juan. La verdad política es igual a la libertad política, dice la potente teoría de García-Trevijano.

Si hay alguna verdad en este mundo y en el de Zweig, es el infinito valor de cada persona, su sagrada potencialidad. Hay algo más emocionante que ver a alguien abrirse camino? Algo más sublime que el primer caminar de un niño? A un alumno descubrir su talento menospreciado para las matemáticas?. Sí, nosotros perderemos la batalla a la larga, pero ganaremos la guerra. Vendrá la huesuda o el estado a que le rindamos armas, a reclamar los despojos, pero habremos transmitido a nuestros hijos que la vida - el músculo, la sangre, el sexo - se yergue sobre la muerte - el hueso duro y profético, el inerte Estado -. Y que cabalgamos sobre las edades, que cabalgamos sobre la muerte.

Viva Egipto! Donde todo comienza (y comenzó).

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