5 nov 2010
Notting Hill!
En esta terna de astro rey, pa arriba pa abajo, lado lado, dar cera pulir cera, han caído con gran deleite ,dos obras fantásticas de Chesterton, geniales, tronchantes, redondas: El hombre que fue Jueves y El Napoleón de Notting Hill.
Qué fantástica conjunción de humor y de metáforas, de realidad y de ficción, de psicología y de acción. Qué decir de El hombre de fue Jueves. Empieza con altas dosis de humor y paulatinamente se va adentrando en lo místico-alegórico; de repente, casi imperceptiblemente, como en la vida misma te das cuenta que la vida va en serio, que la novela va a por todas después de envolver al lector, cual rollito de primavera, con un tapiz de puro humor inglés que desarma al más envarado.
Pero es sólo la preparación para el último capítulo, la apoteosis de lo alegórico, donde se cobra el peaje de tanto disparate y tanta risa: se comparece ante Dios.
Y fue quizás esta la intención de Chesterton al plantear la estructura de este prodigio de novela así: comparecer ante el Creador con el alma de un niño, no tanto por un razonamiento infantil, socialista, como de diputación gaditana, no, sino deshaciendo argo (algo) las férreas normas de la ortodoxia - siendo Chesterton, por otra parte, el paradigma de la ortodoxia-.
Pero lo que en esta novela se presenta es el concepto del Tao, intentando conjugarla con la tradición católica. Es la lucha constante entre el caos y orden, entre el bien y el mal. Es la exploración de las cambiantes fronteras; es un repaso al I Ching o Libro de las mutaciones.
La novela empieza con el reclutamiento de Gabriel Syme, el protagonista, por un grupo especial de la policía que lucha contra una gran conspiración anarquista que pretende demoler los pilares de la sociedad. Syme, consiguirá infiltrarse en el Consejo Anarquista Europeo, presidido por Domingo, encarnación del mal absoluto, gran obeso, gran cínico, Coronel Kurtz.
Conforme avanza la novela, la ínfima parte del orden asentada en ese concilio de locos, del caos, aumentará hasta reducir la anarquía a la mínima expresión, tal como sucede con el símbolo del ying y el yan.
Así se llega al último capítulo, con Domingo acorralado, con la anarquía entre la espada y la pared, perseguida por todas las fuerzas del orbe, pidiéndole cuentas de tanta destrucción y engaño. Es el puro diablo aislado, el mal último, que sin embargo se declara La Paz de Dios, ya que es este pequeño caos en un mundo rubalcabo el que permite la destrucción creadora, la renovación, el alegre y nuevo gorgorito tirolés y del pajarillo, natural y bancario, en Suiza.
Regresará el Tao, cual péndulo o sea, a la situación de orden mínimo y caos absoluto, y entonces le llamarán Dios bueno y Salvador. Y entonces, al igual que los agentes infiltrados dirán ante Domingo que PP y PSOE la misma mierda es, y, por Tutatis - y por Mitra y Dionisos e Isis y Osiris - que tendrán razón.
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