Llegué ayer de Galicia y ya tengo morriña. En un país azotado por el calor, cocido en su salsa asfáltica y mesetaria, y siendo yo un sureño judío de aprisco y páramo, Galicia es un bálsamo para los sentidos. Lo es en general la España verde, esta milagrosa franja verde, desde Galicia a Euskadi, que pinta de vida una península que desde el aire parece más bien un desierto arábico. Uno tiene la sospecha ante tamaña diferencia, de si los árabes en su expansión norteña, no se sintieron cómodos ante tanta exuberancia vegetal y despreciaron los territorios más allá de los riscos de la cornisa cantábrica y el macizo leonés.
Galicia es sobre todo verde, bendecida por una continua afluencia de nubes, semen de los dioses, que la llena de agua y de humedad, condicionando y formándolo todo, desde el uso de hórreo hasta los zuecos, la explosión de vegetación y el carácter de los paisanos. Entre la lluvia, la niebla, la humedad y el mar se desenvuelve el pueblo gallego, como en una espiral, dentro del sagrado ciclo del agua, petroglifo universal, símbolo galego y vasco, la esvástica celta.
La comida gallega es un continente en el paraíso de los creyentes de la religión del yantar. Pulpo -a feira,vinagreta - , empanadas de todo tipo - bonito, carne, mejillones, berberechos! - zorzas(***), marisco..y todo ello transido de vino, Ribeiro (**) o Albariño (*) - le hacen a uno tener un pentecostés keltoi y sentirse el Ulises de Cunqueiro.
Ponferrada templaria, Cedeira - donde me bañé -, Ortigueira, Viveiro..San Andrés de Teixido: el que se acerque por aquí se encontrará con caballos y vacas en medio de la carretera, mirándole a uno como lo que es, un perfecto intruso, un forastero torpe, un cómico extraterrestre motorizado. Los becerros mugen con fuerza y las vacas enseñan la lengua burlándose del urbanita. La carretera, no asfaltada, hace que el coche derrape levemente en algunos momentos, lo que le hace a uno adorar al velcro o a cualquier sustancia adherente, como al político de partido a su líder (la calidad no tiene precio..y los necios confunder valor y precio).
San Andrés es toda una experiencia. Mujeres vestidas de brujas te intentan vender ungüentos, vendedores de miel hacen marquetin arriconando el peregrino, explicando las bondades de la resina de las flores. Adopto ante estas elaboradas encerronadas comerciales, el papel del sueco - moreno - que mira el suelo meditabundo. Pero ni todos mis años de experiencia sorteando gitanas, romero en mano, en las calles malagueñas, me libraron de un apicultor que me cerró el paso entre una meiga y un barranco más o menos mortal (no lo cubre la seguridad sociá). Se dice que a San Andrés "quién no va de vivo, va de muerto"...
El hombre me dió nombre y apellidos y me contó vida y obra del apicultor de la zona,agrupados en una asociación de la que no recuerdo el nombre porque mi mente maquinaba excusas para no comprar la miel. La sinceridad de aquel hombre me abrumó y me quedé paralizado, al lado de la meiga. No le compré nada y vi la cara, más que de decepción, de fracaso, ante lo que seguro no era una buena temporada de venta. Me sentí un villano y estuve de mal humor todo el viaje de regreso, entre nieblas y vacas burlonas. Nos perdimos. El GPS se volvió loco.
Esa misma noche, el GPS nos envió a la muerte en El Ferrol, metiéndonos por un túnel de reciente construcción..en sentido contrario, pero un barrendero nos dió el alto a altas horas de la madrugada con escoba como estandarte...Meigas, ángeles de la guarda, haberlos haylos.
Betanzos, La fraga del Eume, A Coruña, Santiago!!!, A Costa do Morte (Muxia, Corcubión, Fisterra), Vigo!!, A Guarda, Baiona!!, las Cíes, O Grove-La Toja. En un pueblo cerca de O Grove - A Revolta- nos metimos en una fiesta popular, la Feria de la Migas, donde comimos en una gran carpa donde se refugiaba la verbena y parroquia del increíble calor.
Cada uno de estos sitios merece un artículo. Por ejemplo, Betanzos y la el increíble parque El Pasatiempo cargado de simbolismos y creado por los hermanos García Naveira. Salí de allí absolutamente maravillado y admirando la generosidad de estos hombres, que mantienen estatua en la plaza principal del pueblo.
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