España, enferma de casta parasitaria,
larvada por una tenia
solitaria...
....ganas me dan de empezar un poemario, una epoyeya que narre el viaje heroico e iniciático que debe emprender la sociedad española, los cuarenta años en el desierto, la noche obscura del alma y la estancia en el purgatorio donde destilar los pecados/mentiras.
Bien es cierto que cuando toda la maquinaria de un régimen financiero-estatal, a nivel internacional, se ponen a abrir los grifos de sus venas, cual pelícano zaheriéndose el lomo para alimentar a sus polluelos, se ponen a regalar créditos a diestro y siniestro, el hombre medio, adorador de modas y abonado a las colas - no importa de qué - no tiene referencias, ni tiempo, ni asideros, ni ningún otro modelo, para no caer en las redes de la bondad alí babancaria.
Todo en este régimen político infecto orbita alrededor de la corrupción, el sancta sanctórum de este gran tinglado de lo banal y lo políticamente correcto. Es políticamente correcto, aún, creer en los partidos políticos, creer que esto es algo parecido a una democracia, creer en ciertos estamentos de la justicia, creer en las encuestas del CSIS.
En dos semanas, las encuentas de ese organismo orgánico pasaron de otorgar una ventaja de 8 puntos del PP sobre el PSOE, a más de 16, en un acto de bellaquería que demuestra que quienes nos "pastorean" se piensan que la sociedad es imbécil. Elena Valenciano -dirige algo, una insula barataria quizás, en la PSOE - afirmó que la web de su empresa, SOE, había sido atacada por "la ultraderecha", pidiendo la confirmación ofisiá de este hecho a alguien, a alguna autoridad fuera del plano del telediario.
Son detalles que la casta parasitaria va dejando día sí y otro también. Conde-Pumpido - Fiscal General del Estado! - afirmó que no podía iniciar una investigación contra Pepe Blanco porque "es un amigo". Urgandarin and his wife, residentes en Washington, después de expoliar dinero público en Baleares, Valencia y Cataluña son la guinda de este gran pastel de corrupción, de este régimen que se sirve del aparato estatal, no para vertebrar y desarrollar un país, España, sino para cohesionar a la casta parasitaria al calor de la inseparación de poderes y su secretación lógica y larvaria: la impunidad y la corrupción.
En ese aparente quietismo se alberga, quizás, una creencia atávica, los restos de una religión ancestral, las miasmas de un credo: la victoria final y superioridad moral de la verdad sobre la mentira, la fuerza arrolladora de la verdad, su acción implícita y autónoma contra la mentira. El honor, la acción misma y por sí sola de la verdad como disolvente universal del mal y la mentira. Craso error: la mentira ha aprovechado todos los resquicios de la realidad para enrocarse, aprovechando todo el aparataje mediático y nutriéndose de la debilidad humana.
La verdad tiene que valerse de la acción. Y no de una acción leve, sino titánica. Tal es la fuerza a aplicar que el estado natural de la realidad parece la mentira. Estamos en una situación lejanísima de la verdad, en un estado inestable mantenido estable artificialmente, dando apariencia de sólido y verdadero respaldo.