(ElMundo.es, 12/03/2012. Blog de Alejandro Suárez)
Falta de formación en gestión empresarial
Es cierto que no resulta imprescindible tener una formación empresarial, y que ésta no es la panacea (por ejemplo, un MBA en una escuela de negocios). Pero, evidentemente, ayuda. Escuché una vez decir a Luis Martin Cabiedes, Socio de Cabiedes and Partners SCR, que en un estudio que había realizado sobre las ventas de empresas y casos de más éxito en el sector de internet tan solo uno de los emprendedores no había realizado un MBA.
Si bien es cierto que los 'Self–made man' existen , no lo es menos que la formación minimiza el porcentaje de fracasos.
Falta de motivación del promotor del negocio
La motivación, el hambre y las ganas de comerse el mundo, conjugados con el esfuerzo, son el principal factor de éxito de un emprendedor. Tristemente la crisis está atrayendo a muchos perfiles de emprendedores por necesidad, igualmente válidos, aunque indudablemente con mayor índice de trabajo.
Elegir socios problemáticos
En ocasiones los socios son como los bancos: un mal necesario. Es realmente difícil encontrar buenos compañeros de camino, pero también es cierto que si quieres llegar rápido es mejor ir solo. Si quieres llegar lejos, ve bien acompañado.
No disponer de un buen equipo
Es el gran talón de Aquiles, y está muy relacionado con los problemas de financiación. El emprendedor está renunciando a rodearse de un buen equipo por problemas financieros, y se está convirtiendo en un hombre orquesta.
Empezar con poca liquidez
Esto está muy relacionado con el cierre de financiación. De tanto agudizar el ingenio para "necesitar menos capital", acaba siendo un problema, ya que en las previsiones iniciales se minimizan gastos necesarios para el correcto desarrollo del proceso. Muchas empresas que observo tienen problemas de liquidez a los 6–12 meses debido a una mala previsión de gastos.
Demasiados costes fijos
Somos un mercado pequeño que se encuentra en un momento de parón de consumo. En este momento son especialmente positivas las estructuras ligeras, ágiles y con un costo operativo fijo que no suponga un lastre.
Creer que, si el producto es bueno, se vende solo
Craso error. El marketing y la comunicación son imprescindibles. De hecho, hoy en día nada se vende sin una buena estrategia de comunicación. Hay que llegar al consumidor, no esperar a que él nos encuentre por sí mismo. Buscar clientes es tu trabajo, no el del cliente.
Apostar por un mercado
Si el mundo es cada vez más global, ¿por qué no serlo nosotros? No limitarnos a mercados emergentes tiene sentido. Esos mercados tienen más competencia, pero son más dinámicos que el nuestro. Si la solución no está en el mercado local, internet nos permite abrir una ventana al mundo.
Confundir una buena idea con una oportunidad
Hay muchas buenas ideas a nuestro alrededor. Si piensas un poco, se te ocurrirán decenas. Es importante analizar el contexto para saber si una buena idea puede ser una buena idea "ahora" y "para mí", y que, por lo tanto, eso represente una oportunidad para nosotros.
No admitir y corregir los errores a tiempo
Lo llevamos inscrito en nuestro código genético: generalmente somos muy persistentes para lo bueno y para lo malo. Muchos emprendedores se obcecan en pensar que todos los consumidores son como él y que deben compartir sus criterios. Si eso no lleva a un éxito inmediato, se empeñan en demostrar al mundo que están equivocados. Esa insistencia es un buen signo, pero debe tener un límite. Llegado a él debemos valorar y pensar, sin soberbia, si tal vez éramos nosotros los que estábamos equivocados.
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