11 may 2013

La mediocrecracia y la ballena blanca.

"esta crisis que padecemos es una crisis de la excelencia en la gestión pública y privada, y una apoteosis de lo mediocre, tanto en la empresa como en la política. Estamos asistiendo así al triunfo de la incompetencia, que es siempre el fracaso de toda empresa o sociedad".

Ignacio García de Leániz, Universidad de Alcalá de Henares


La evolución de la decadencia del sistema político español - y gran parte europeo - sigue su curso. Pero es en España donde las contradiciones son más evidentes y será el ejemplo que los libros de texto citen - o no- en el futuro.
El sistema, devorador de la riqueza del país, se da codazos entre sus partes constituyentes y pastuences. No hay dinero para los sistemas estelares de focos de incompetencia que al arrullo de la recalificación urbanística emergieron cuales setas al lado de las refitoladas urbanizaciones, de paredes sonorizadas cuarto y mitad.
La casta se inventa cosicas, independencias, se envuelve en banderas y representa el drama. Después se alegran, se sonríen risueños a la hora del común café. Qué abrazos, qué arrumacos se dan cuanto cae el telón!. Es la casta, los auténticos titiriteros. ¿Con quién hay que hablar?, todavía preguntan los pocos inversores que se atreven a asomarse por aquí, la mayoría intuyendo el futuro gerontocrático de esta España florida, lo que no es malo, estando Europa a un tiro de piedra, siendo Europa nuestro auténtico espacio vital alemán.

Qué lecciones nos da cada día la realidad!. Qué másteres se podían hacer cada día con los acontecimientos políticos!, qué realidad forjadora de carácteres y de rebeldes o de sumisos totales!.

Todo el mundo está pidiendo ya un cambio, a voces, a coces, de manera repetida, machacona. Algunos un auténtico cambio de régimen, otros un cambio en profundidad del actual. Hasta Ansón tiene días que parece que va a echarse al monte y parece seguir la senda de la legalidad trevijana.

Hace años que García-Trevijano hablaba de que la hegemonía cultural de este país la tenía El País, ellos, la quintaesencia de la democracia gatopardesca, con Cebrián del azul mahón a la mahonesa liante y confusa, y hablaba de lo dificil que sería que las ideas republicanas se hicieran con esta hegemonia.
Pues bien, la propia incompetencia del sistema, que tiene el Rey a su máximo exponente y a los últimos acontecimientos con el duque trempado y la infanta desimputada como summum del hartazgo ciudadano, ha hecho triunfar ya a estas ideas. Esto no hay quien lo pare: la verdad se acerca a la superficie, como un cachalote enorme y silencioso que viene a alterar la cálidad mediocridad superficial o bien como una orca enérgica y explosiva. Ya se verá por dónde resopla.

Por supuesto el sistema se revuelve, utiliza los últimos cartuchos elefantinos para proteger a sus criaturas de la noxe. Padres de la Constitución como abogados de la Infanta, cortesanos periodistas subiendo el volumen y exagerando la representación. Los parecidos con los estadíos de alguna dictadura decadente son cada vez más evidentes.
La verdad viene a reclamar sus territorios, como el mar cuando devora playas dictadas por decreto. En realidad no viene antes porque la mentira la aburre soberanamente y porque la verdad nace del individuo, es intrínseca, personal e intransferible, como la libertad.
La mentira comunal y sociá es la cosa más simple del mundo: promoviendo la mentira y la esclavitud personal, con una educación rastrera y unas pasiones pegadas al suelo y a la billetera. Muchos son los condimentos de esta argamasa, siendo la promoción de la mediocridad una de sus principales.

Desde la fallida Revolución Francesa se habla de izquierdas y derechas, que constituyen el nacimiento de la tragedia europea. La Revolución americana nació libre de este drama y ha merecido desde Europa un casi no simulado desprecio, con un tufillo antiamericano permanente naciente de las castas políticas europeas. En la Revolución Francesa nació una mitología política que todavía padecemos y que ha promovido, estructuralmente, la mediocridad política al dividir el espectro de la realidad en dos mitades.  Pero que burla es esta a la verdad! Qué matarifes de lo indivisible, pobres creadores del átomo y adoradores del becerro de la mecánica clásica!.

Estamos entrando en la era de la Política Cuántica, total y holística. Quizás no ahora, quizás los infinitos Savonarolas del sistema que surgirán hagan descender a Moby Dick, la verdad abisal, orgiástica, catártica, telúrica, divina, sublime, eterna y cojonuda, a las profundidades del individuo, que es su espacio natural, y que permiten al bípedo implume resistir hasta el final en este mundo de representaciones vanas y de mezquinos intentos de matar a la ballena.

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