21 may 2007

Un país de mentira

“NO HAY SOLUCION SIN ACCION POLITICA DE LOS GOBERNADOS, DESLEGITIMA A LA CLASE GOBERNANTE CON TU ABSTENCION ACTIVA”.

Antonio García-Trevijano.

http://www.youtube.com/watch?v=JcDsR3PKwHM

People are strange



No hay nada más aburrido que la mentira, nada menos erótico que la mostrenca mentira. La mentira queda corta, queda cerca, se empina poco.

Es la mentira como la prostituta que gime, que sólo ama por dinero o por casamiento social. Es la mentira un parásito de la realidad, una unidad fantasmagórica sin existencia propia, que se nutre de zonas aledañas de la realidad para poder respirar, manteniendo una juventud artificial a costa de sangre fresca e inocente.

La mentira no puede vivir sola, tiene que mentir sobre algo, es su naturaleza; sin embargo la verdad no tiene que apoyarse en nada, mana de la realidad como nacen los hombres, se irá de la realidad cuando mueran los hombres. Es la verdad la soberanía de los hombres, su patria interior, su país recóndito, el santo grial.

Una característica de la mentira, por su dependencia y parasitismo, es su tamaño. La mentira siempre es grande, tendente a lo descomunal si se tira del hilo de la malla que la sustenta. No hay pequeñas mentiras, sólo pequeñas autonomías en el mentiroso reino. En España, y en el resto del mundo occidental, existe una mentira fundamental desde después de la Segunda Guerra Mundial: la democracia.

Una verdad, sin embargo, no necesita ser muy grande, una verdad, concretamente, siempre tendrá un tamaño manejable, es más, siempre tendrá tamaño humano en su unidad básica y fundamental.

El hombre es la medida de todas las cosas, dijo Protágoras, y también lo es de la veracidad.

Un sistema político no sustentado sobre esta verdad, el hombre concreto, el ciudadano, la sociedad civil, nunca puede ser llamada democracia. Un sistema electoral que tiene un tamaño de tal calibre, con unas listas vergonzantes en las elecciones generales donde no se sabe quién es quién, es una gran mentira. Un sistema electoral y político tomado por los partidos políticos que se nutren de impuestos para convencernos de sus bondades plasmadas en programas que luego no cumplen, sólo puede estar sustentada en una gran mentira.

Un sistema político, donde los tres poderes no son independientes, y como planetas que se alinean, favorecen la corrupción de los hombres en unas realidades que les vienen grandes, que no son humanas, sólo puede estar basado en una gran mentira. Esta gran mentira se llama se llama democracia, palabra secuestra por el actual sistema político de especial infamia en España. No nos representan.

Un país, España, donde la verdad se haya en contados lugares, en contados hombres y mujeres, claro, es hoy día un país asediado por la mentira.

Sólo la verdad es el territorio del hombre, sólo ese es su tamaño, su exacta realidad.

Debajo de la verdad, de menor tamaño, de tamaño pre-humano, corderil, se halla de nuevo la mentira. Porque la mentira es la franja del dial de la radio que no sintoniza la frecuencia del hombre. Existe por encima, de tamaño autónomo monstruoso, como la actual democracia, y por debajo, de menor tamaño por unidad pero en gran número parasitario.

En estas frecuencias del espectro se hallan la calumnia, la envidia y la mentira personal, social, vecinal, genital. Y en España campan a sus anchas las dos primeras, estos dos tipos de mentiras que buscan la conexión y el clientelismo con la mentira mayor: el actual sistema político.

Los homúnculos que se arrastran en estos mundos, en estos lodazales, no pueden sino odiar al puñado que hombres y mujeres libres que velan con presencia y su voz porque la realidad quede en manos humanas.

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