Como consecuencia de dicha influencia, en el momento del cambio de dependencias, tres territorios, Abjasia, Adjaria y Osetia del Sur, plantearon resistencias a dicho cambio consiguiendo permanecer bajo la órbita rusa.
El caso de Adjaria es paradigmático, siendo un territorio que se polariza alrededor del importante puerto de Batumi y la base rusa presente aún en dicho puerto.
Abjasia ha sufrido una cruenta guerra con Georgia, que ha establecido un gobierno satélite en parte de este territorio. Por otro lado, en Osetia del Sur se celebró en Noviembre de 2006 un referéndum no autorizado por Tbilisi, en donde el 99% de los votantes apoyaron la independencia con respecto a Georgia y la incorporación a Osetia del Norte y Rusia.
La importancia estratégica de la región proviene de los importantes yacimientos petrolíferos y de gas natural del Mar Caspio, siendo toda esta región paso obligado de oleoductos que conectan el Caspio con el Mar Negro, vía de salida excepcional para los países occidentales. Las inestabilidades de toda esta región tienen por tanto, bastantes puntos en común con la situación de la región que conecta el Mar Índico con el Caspio, en donde se engloban Pakistán y Afganistán. Regiones ambas de paso del oro negro en su camino barato hacia Occidente, alejándolo de paso de la creciente demanda china.
Estados Unidos pugna con Rusia por controlar el Caucaso y con China, de manera más indirecta, por controlar los territorios al este y sureste del Caspio.
La actual clase política georgiana, encabezada por el actual presidente Mikhail Saakashvili, licenciado en la Universidad de Columbia, sufrió un vuelco importante como consecuencia de la llamada Revolución Rosa de 1993, que obligó al anterior y primer presidente tras la independencia, Eduard Schevernazde a dimitir como consecuencia de la presión popular ante un supuesto fraude electoral.
Durante el periodo del mandato de Saakashvili, que recibe un fuerte apoyo norteamericano, se han sucedido las denuncias de abuso de poder, corrupción e incluso homicidio, como el del líder del partido Fe, Patria y Lengua, Sharazde, asesinado en Mayo de este año de cinco disparos y que se puede relacionar, ya que eran aliados, con la muerte en extrañas circunstancias en 1993 del primer presidente de la era post-soviética, Zviad Gamsajurdia, cuando éste intentaba un levantamiento contra el entonces presidente Eduard Sheverdnadze.
Desde luego Sharadze no era una persona cómoda en la Georgia proamericana. Profesor de Filología de la Universidad de Tbilisi, se oponía fervientemente a la creciente influencia occidental y había declarado, entre otras cosas, que la intervención del multimillonario George Soros en el sistema financiero georgiano podrían ser más perjudicial que la propia Revolución Bolchevique.
En estas pasadas elecciones, los observadores internacionales de los organismos ostentadores de los sellos de calidad democráticos - con el congresista norteamericano Elcy Hastings al frente- como la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), -anterior lugar de trabajo del sabio europeo Felipe González-, el Consejo de Europa (PACE) y el Instituto Republicano Internacional (IRI), han avalado la limpieza del proceso.
Los primeros datos proporcionados señalan la victoria del actual presidente con un 62.5% de los votos, pese a lo cual estas cifras representarían un descenso de más de un 30% con respecto a las elecciones del 2004, donde obtuvo la increíble cifra en una “democracia” del 96.7% de los sufragios.
Sin embargo, el líder de la unión de los partidos opositores, Leván Gachechiladze, ha denunciado la intimidación a la que se han visto sometidos los votantes y la manipulación gubernamental.
Ante esta situación inestable, EEUU ha pedido “moderación y respeto ante los próximos informes que redactarán los observadores occidentales”.
En esta misma línea, el máximo representante para la región y Secretario de Estado adjunto norteamericano, Matheww Bryza, ha declarado a la agencia Reuter que” si los expertos determinan que las elecciones no fueron manipuladas entonces no existe absolutamente ninguna justificación, y sería completamente antidemocrático, decir lo contrario". “Cuán desafortunado sería eso para la democracia georgiana," agregó.
¿Qué democracia georgiana?. Este procónsul se debe equivocar de latitud y de dimensiones espacio-temporales, al igual que los antiguos geógrafos confundían a veces la región georgiana de Iberia con la Iberia occidental.
Se debe confundir también como los periodistas y académicos de las falsas democracias, a sueldo de las partidocracias, serviles ante la hegemonía norteamericana y el capital financiero, que ven democracias a lo largo de todo el orbe, en todo lugar donde se ubique una urna y un soldado.
En el mundo de la eficacia neoliberal, en la lógica empresarial del outsourcing, hasta la conquista de los territorios se subcontrata. Ya no hace falta la conquista física y plantar una bandera, salvo en periodos cortos y fugaces reclamados por la industria armamentística. Ahora se externaliza dicha función en las nativas clases políticas corruptas y se bombardean los países con urnas a las que acuden los habitantes temerosos ante la amenaza de lo peor, crispados sus nervios por los medios de comunicación, asaltados sus bolsillos por la situación económica.
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