13 nov 2009

El poder 0.



Existe una paradoja esencial en la actual crisis económica que azota el mundo cual bíblica langosta. Muchos señalan a los males del libre mercado, y en concreto, el movimiento especulativo de capital alrededor del mundo - la voraz langosta - como causantes del estado decrépito de la economía.

Pero las masas de dinero se concentran allá donde la rentabilidad es máxima, en empresas que cotizan en Bolsa y que suelen ser auténticos conglomerados empresariales. Y aunque existen leyes antimonopolio, éstas se muestran poco eficaces para corregir procesos o alianzas que las esquivan. Las pactos de precios están a la orden del día.

El caso de la distribución a gran escala es un caso paradigmático de una situación de oligopolio, que con apenas cinco grandes empresas, controlan todo el mercado nacional de la distribución, encontrando su poder en los abrevaderos masivos de las grandes superficies y en las condiciones leoninas que imponen a sus proveedores.

La paradoja es pues, hablar de libre mercado cuando los sectores esenciales de la economía son controlados por pocos actores que tienden al letal consenso en los asuntos esenciales del pasteleo. En esto son como los partidos políticos: a la hora de la verdad todos irán de la mano.

Al igual que la economía española se esta yendo a pique, se está yendo de bareta cual orondo monje tibio de bollos y café, por estar poco diversificada, por su alta adicción al ladrillo intravenoso e intraconcejal, la economía mundial se viene abajo por estar controlada de facto, por muy pocas empresas y actividades, situando al sistema en un punto de alta inestabilidad.

En un equilibrio tan precario, de tan pocos actores, una astracanada como la de conceder préstamos hipotecarios a desempleados en USA, no es ya el sutil aleteo de una mariposa en el Yucatán - que acaba generando un tifón en Japón - sino que es un diplodocus es una cristalería de Murano.

La globalización, de momento, no ha hecho sino extender los oligopolios nacionales a nivel mundial, llevando a todo el sistema a ese punto peligroso de inestabilidad, que a las primeras de cambio ha entrado en resonancia cual puente colgante agitado por los vientos.

Y como decía antes, en el terreno de la distribución de gran consumo es donde tiene uno de sus grandes pilares, contrafuertes, muros de descarga y apuntalamientos varios. Decía Darío Fo que cada vez que estamos comprando estamos votando, y la ciudadanía, al comprar masivamente en las grandes superficies - que son altamente eficientes y eficaces, que nos ofrecen todo tipo de comodidades, no se puede negar - están condenando a ampliar sectores de la economía a un vasallaje humillante que rinde tributo ante la privilegiada posición en el lineal.

En cada pasillo, a cada altura del lineal, yacen crucificados decenas de miles de explotaciones agrícolas, ganaderas y de servicios, que mantienen la preponderancia de una economía urbanita concentrada en núcleos que se asientan en los alrededores de una gran superficie de referencia.

En 1852 Aristide Boucicaut creó en París el primer gran supermercado, Le Bon Marché, y con ello todas las prácticas que se siguen conservando intactas en todos estos establecimientos, como es la gran capacidad de compra y negociación y su enorme influencia en la economía de un país. Es sintomático que esta irrupción de la gran superficie aconteciera pocos años después de la gran revolución, que no culminó con éxito su andadura a la democracia.

Se habla de la división de poderes y de la representación como pilares de la democracia pura, según los postulados nacidos de la Revolución Francesa y se alude a la existencia de tres poderes, al que se suma el cuarto poder de los medios de comunicación. Han corrido ríos de tinta sobre el control mutuo de los tres poderes que protegerían al ciudadano de los abusos del poder y del Estado y del papel del cuarto poder como fuerza que contribuye a mantener dicha división, con información veraz a la ciudadanía, o a ocultar la corrupción de la unión de los poderes, inventando una realidad ficticia como la que se nos representa en los telediarios.

Pero no se pueden olvidar los efectos de unos mercados de oligopolio sobre estos poderes, siendo la existencia de pocos actores económicos en los sectores clave - sólo hay que ver como se agita la clase política cuando algún mastodonte empresarial evoluciona, cambia, camina - la causa primera de la poca o nula separación de poderes y de la actitud servil de los medios de comunicación.

De hecho, gran parte de estas empresas - Telefónica, Repsol, REE, Endesa, Tabacalera.. - eran públicas, integrantes de un estado que nunca ha tenido separación efectiva de poderes, por lo que su privatización - lejos de animar a la economía - ha contribuido a la corrupción, protegiendo al estado de una posible elevación económica de la sociedad civil que rompiese el artificio en el que vivimos. Pero las empresas nacidas desde esa sociedad civil, la gran mayoría PYMES, no pueden competir con empresas surgidas del calor de la ubre estatal.

Sólo una gran cooperación entre esas PYMES podría hacer que éstas tuviesen alguna posibilidad contra estos agentes del Estado, este auténtico Poder 0 que limita gravemente, el funcionamiento normal de los otros 3+1 poderes. Sólo la coordinación entre estas pequeñas empresas, que se hallan en un momento terriblemente delicado, puede salvarlas y salvarnos de una argentinización y de décadas de mediocridad económica.

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