6 sept 2010

Sobre paraísos.



Decenas de molinos de viento reciben de espaldas al viajero que baja en dirección Sur por la A-381, espina dorsal de los territorios gaditanos.
La energía que los mueve barre toda la provincia y circula sin carné, en dirección contraria, oponiéndose a la entrada del foráneo.

Oponiéndose a cualquier entrada dejó Dios también en la puerta del Paraíso dos arcángeles con espadas de fuego, vetando para siempre el retorno de cualquier humano al Edén, un territorio que no pocos han identificado con la infancia, siendo la vida un eterno intento por volver a experimentar la primera vez, la búsqueda de la sensación original, que se desvanece por definición tras morder la manzana de la experiencia.

La razón del hombre, que lo yergue sobre las patas, aprende de la memoria, aunque le cierra ya para siempre la posibilidad de la experimentación primera. Es la memoria, el pecado original, lo que nos hace hombres.

Pero se puede volver al Paraíso. Yo lo he visto. Como dijo Alejandro Sanz el pasado 4 de Septiembre en su concierto en Alcalá de los Gazules, "haced lo que os dé la gana, básicamente es lo que estoy promocionando".

Nunca fui fan de la música de Alejandro Sanz. Sin embargo, lo que vi en aquel aquelarre turdetano, en esa exaltación de lo posible, me conmovió. Escuché la música de Sanz por primera vez, mientras éste, arropado por más de diez mil personas, franqueada las puertas de un Paraíso al que se accede de forma individual. Para ese trance no vale afiliación alguna, tribu o colectivo que te pueda promocionar.

Lo dicho, fue conmovedor, ver a Alejandro Sanz presentar sus credenciales a los dos arcángeles armados: "No estoy en Nueva York, no estoy en Washington, estoy en Álcala"; "este quizás sea el concierto más grande de la Historia". Sin duda, para él, sí.

A los pies de los ángeles, 17 Grammys y millones de discos, reconocimiento, credibilidad, honestidad, autorrealización personal a raudales. A los pies de los ángeles, el mundo, que cabía en un pequeño campo de fútbol. "Haced básicamente lo que os dé la gana", la frase mágica, el abretesésamo del retorno personal al paraíso: ser original para superar el pecado original.



Ser original, ser verdadero, ser aquello que ya fuimos en el origen, hacer aquello para lo que cada uno ha venido al mundo y que supone, siempre, recorrer caminos no trillados. Ser original, únicos, para que la memoria no se convierta en pecado sino en aliado para la felicidad, que es para lo que hemos venido al mundo.

Por eso existen energías mayores al viento de levante que impidió desplegar las pantallas en el escenario. El talento del hombre, su capacidad de usar su razón, y juntamente con la memoria, crear lo nuevo que no existía para él, la creatividad, nuevas manzanas que prolongen su permanencia en el Paraíso.

El concierto del pasado día 4 fue una corrida de toros, un rito iniciático para ver algo muy concreto: Alejandro entrando en su paraíso, por enésima vez. Pero esta vez la lección era muy especial: el sitio, Alcalá, era el paraíso al que retornó por primera vez, cuando siendo niño y adolescente,realizó su ser original.

Los paraísos, esos lugares que según Sanz, hacen paradas cada 15 minutos. Siempre están ahí, esperándonos.

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