31 ago 2010

Inconmensurable.




Cuando era niño jugaba de portero imitando a Arconada y de jugador emulando a Rummenigge.
Por eso, ver 24 años después de aquel 1984, otra vez la camiseta de Arconada, portada ahora por una España campeona, ante Platini, que nos quitó la copa, que nos da ahora la copa, es algo que dificilmente una sucesión de palabras puede describir. Es poner en orden un cosmos caótico, la reparación, poética, de una carencia ancestral con sabor a pan y nocilla, el regreso a un tiempo de ídolos invencibles, revestidos con el paso del tiempo de la justa medida del hombre, y vestirlos, a pesar de todo, con el ropaje de los sueños cumplidos.

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