Siempre he querido ser director de periódico. Lo de rey de Roma queda momentáneamente aparcado por los notorios obstáculos que veo, a corto plazo, en la consecución de este objetivo. Tengo, sin embargo, en este espinoso asunto del que no hablo normalmente, puestas mis esperanzas para un retiro dorado en una villa toscana - macerándome en vino - habida cuenta de que poseo documentos que demuestran que soy descendiente directo de Tarquinio el Soberbio, conservando la napia familiar y una copia en papel de estraza de los tres libros sibilinos. Uno de ellos tiene palmarias manchas de sardinas y caballas.Pero esa es otra historia que desvelaré a su debido tiempo.
Quicir, como leo diariamente la prensa y sólo leo aquellos artículos que me interesan, quiero dejar constancia de ellos en un comentario diario - espero - para intentar dar con los nexos, los mimbres de unión de los aconteceres más variopintos, centrándome sobre todo en temas de tecnología, política y sociedad. Ya lo he intentado varias veces a lo largo de mi vida, buscando patrones en recortes de periódico al modo del protagonista de Pi, provocando diversos incendios no aclarados en varias cuadras residenciales en la Baja Baetica. Pues hala, nada nuevo bajo el sol.
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