Hace ya unos meses me embaulé la biografía de Steve Jobs escrita por Walter Isaacson. Creo recordar que rindió banderas al cuarto día, bajo el empuje incontestable de mis envites lectores. Bueno, la razón principal de que terminara de leer sus más de setecientas páginas en tan poco tiempo es la pasión que recorrió la vida de este hombre y que es muy contagiosa, sobre todo para el sector hipster o la generación inmediatamente anterior que sabe que las cosas, los usos y costumbres, el cutrerío y menudeo de la casquería consuetudinaria, pueden hacerse mejor, infinitamente mejor, gracias a las nuevas tecnologías.
Steve Jobs no era un genio de la técnica, pero si de la innovación y del diseño. Y precisamente por no serlo de la técnica, tenía una perspectiva que le permitía observar el bosque y no perderse en los infinitos y absorbentes nichos de la ciencia y la técnica. Lo hicieron porque no sabían que eera imposible. Hoy casi nada es imposible y las ideas se nutren y se preñan de los intersticios de los saberes científicos. La genialidad consiste en ver conexiones donde nadie las ha visto aún, donde nadie las ha descubierto aún, porque conectado está todo. Este blog se llama Linked por esta razón. Mi credo es la complejidad, mi dios la naturaleza.
Pero volviendo a la biografía de Jobs, unas palabras que lo resumen todo. La infinita necesidad de saber, de jugar, de experimentar que le daba la pasión por las cosas, el entusiasmo. El entusiasmo, ese poco reconocido secreto del éxito. Se pudo caer, le despidieron de la empresa que el mismo fundó, se levantó revolucionando - creando - el arte de la animación moderna, volvió a Apple para revolucionar - crear - los dispositivos del futuro de ayer - iPod,iPad,iPhone. La pasión y el entusiasmo.
No me quiero ni imaginar la de dispositivos que hubieran salido de su chistera en esta travesía acelerada en la que estamos entrando hacia las smart cities, las nuevas formas de democracia, las nuevas formas de gestión de la energía, la revolución en la educación. Steve Jobs ha sido el primer profeta de esta nueva era, que remolonea entre los despojos de la sociedad del industrialismo.
Nos acercamos al Creador, al Apocalipsis. No porque Él venga sino porque vamos nosotros. Nos acercamos ya a tocar los puntos de no retorno de los ecosistemas naturales, palpamos ya las entrañas de los dioses paganos, roemos las vísceras de las divinidades presocráticas. Y en esta transformación, en este negociar en la sopa primordial, Jobs usó su genio para dotarnos de armas para reconfigurar nuestros andares y vuelos moscardiles, para regalarnos un escudito con el que entrenarnos para lo que se avecina: un parto largo y para muchos doloroso, ojalá no por cesárea.
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