24 ene 2012

Nuestros muertos.



Paso todos los días al lado del monumento a las víctimas del 11M de Alcalá de Henares, lo rozo literalmente, un monumento no elevado sobre un gran pedestal, como lo de los reyes y conquistadores, sino apenas a la altura de cualquiera. Porque eran eso, eran cualquiera de nosotros que iban a trabajar aquel fatídico día de hace ocho años. Al bajarme en Torrejón de Ardoz, vuelco a pasar por otro monumento a las víctimas, de parecido acabado.

Los veo todos los días, y no puedo dejar de pensar en ellos como víctimas entregadas al Moloch del estado partitocrático, a la casta parasitaria, esta vez no solamente española, sino internacional. Que el mundo está dirigido por una retahila de conglomerados de poder, aglomerados alrededor de estructuras estatales, a través de las cuales chupan y devoran a los individuos de las sociedades civiles, es un hecho palmario. Lo hacen con el uso de palabras a las que han vaciado de contenido y rellenado con paja y confusión: democracia, justicia, igualdad o libertad.

¿Es posible que algún sistema parasitario, alguna satrapía sureña formada por algún rey y familias pudientes, de esas de pastelito y té, tuviera que ver con aquello, que se viera soliviantada por el creciente poderio e influencia de las grandes empresas abonadas a la casta parasitaría española?. Eso es lo que cree nada menos que el SUP, quicir, el SUP (Sindicato Unificado de Policía) sobre la autoría, al menos intelectual, del 11M.

De vez en cuando recuerdo mi radical giro en mi opinión sobre algunas personas y conceptos. Yo lo ataño al acceso a información veraz y libre, libre de la intoxicación ideológica que alberga el régimen juancarlero. Uno de los casos más extremos es Federico Jiménez Losantos. Hace años no lo podía ver, me parecía un fascista, un prepotente, un iracundo hombrecillo de las nieves larvado por vete tú a saber que complejos. Este pensamiento me había llegado por obra del Espíritu Santo, en un día de Pentecostés de años de morralla ideológica sin fundamento alguno vertida por los medios del régimen postfranquista. Nada de él había escuchado ni leído. Oh, milagro de las comunicaciones unidireccionales!. Cuando lo leí, lo escuché, me pareció uno de los pocos hombres cabales en este reino de podredumbre, un Savoranola a la inversa, defendiendo el Renacimiento, no las épocas oscuras de la edad media. Él es ateo, el resto creen en la divinidad del poder heredado, en una monarquía encumbrada por pelotas y criaturas del averno intelectual. Además, están los pequeños detalles, donde se esconden Dios y el Diablo. Cuantas veces a través de un pequeño detalle ve uno con flamígera claridad la verdadera naturaleza de alguien: de quién hay que alejarse, a quién hay que querer. Uno de esos detalles ocurre en el 3:45 del video.

Cuando hace años empezaron a verse panfletos de los llamados Peones Negros, que eran emitidos por el PP pero que reivindicaban una mayor investigación sobre el 11M o cuando escuchaba a Luis del Pino, todo aquello me parecía algo exagerado. Habían sido los pocos condenados en el juicio y ya está. Había sido AlQaeda y ya está.

Hoy no pienso así: que se investigue más, como está haciendo la juez Coro Cillán - por cierto, victima de una campaña de desprestigio por parte de El País, a la que acusan de borracha e incapaz, al propio estilo estalinista - . Que se investigue más.

Mucho me temo que las víctimas fueron víctimas de un ataque de una casta a otra, allí donde más les duele, a la base de las estatuas, a eso que las eleva sobre la ciudadanía, que les hace mirar por encima de sus cabezas a los súbditos (es mi hermano, dice el Borbón), que les hace entrar en éxtasis religioso y hablar en glosolalia, la lengua de los pájaros de los medios de comunicación. Nosotros somos la base de esas estatuas, indignas, sublimación de las castas parasitarias nacionales.

Por eso son nuestros, fueron y somos las partículas del granito y del mármol, cuarzo, mica y feldespato, de los pedestales - como en la novela de Antonio Gala -. Son nuestros muertos, recuerdo de en qué base se basa el régimen.

Viva la República Constitucional! Viva España!

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