4 ago 2009

Los misterios de Eleusis.


Quisiera empezar mi disertación, mi breve perorata a la minoría silenciosa (Arrabal dixit) con la señalización de los objetivos de la misma, en un ejercicio de organización digno de un seiscientos perfectamente lleno de agfano opio, con respetable pareja al volante.

He de empezar reconociendo mis reiterados encuentros con lo extraño, con lo mistérico, con la sincronía y la casualidad. Para empezar, el episodio de la vagina ululante, pocas semanas antes de ver moverse sola, reptando por marmólea superficie, a una alfombra, a la que estuve a punto de indicarle dirección y ruta, creyéndome yo Aladino o algún yemení u omaní, bien surtido de huríes.

Estaba yo de pie frente a un espejo, ajustándome el peluquin a lo Anasagasti, cuando se produjo el ikeriano evento.

Estando yo versado en las más aceptadas ideas sobre el origen de tales fenómenos, cavilé sobre la posibilidad de que mi mente hubiera obrado el milagro de hacer mover la lana por el suelo. Acto seguido me concentré en intentar mover algunos objetos inanimados y pesados: un jarrón chino, una narcisista gilipollas, un trolebús peruano. Nada, no conseguí mover nada.

Los estados alterados de conciencia. ¿Qué es la muerte?, me suelen preguntar en los camposantos cuando paseo solo.

La frontera entre la muerte y la vida quizás no sea tan clara como se piensa. ¿Son la vida, la buena vida, y la muerte sólo dos estados de conciencia, los dos estados extremos de un amplio espectro donde se sitúan la digestión de la paella, la profunda felatio, el aburrimiento galopante, el aguantar a un pedante, andar con una joroba harto de café con ladillas y ya sin aguantar a tu suegra de los cojones?.

Se puede estar muy muerto en la vida, petrificado por un esquema mental rígido, y quizás se puede estar muy vivo en la muerte. ¿Quién surfeaba en la alfombra?. ¿Alguna hembra de vertiginosas curvas loca de amor por mis hechuras? ¿O algún joputa clamando venganza por el crimen de la familia?.

He decidido(joder, quiero decir, cáspita, inevitablemente me tengo que remitir al doblaje español de la escena final de El último samurai si conjugo así ese verbo) - conexión lexicogramatical-videoteca a lo pituitario evocador - que algún día de estos pruebo alguna sustancia psicoactiva, superada ya mi adicción al higo chumbo, de retardadas petenéricas consecuencias.





Tema: La Administración Pública.

Libro: Las puertas de la percepción (Huxley).

Foto: Rugby (Pitimiti Oswaldo, tenedor de huevos pandos).

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