7 ago 2009

Estaba aquello tan lejos y tan solitario!


A Viriato le mataron, según dice la leyenda, en la serranía del Puerto de Santa Cruz, en Cáceres, a pocos kilómetros de Miajadas, el pueblo de mi madre y abuelos.
Tuvieron que traicionarle, tres bellacos, a él, Maximum Bellotari, para poner en stand by la lucha entre las tribus íberas a su mando y roro Roma.

A veinte metros de la casa de mi abuelo nació Martín Cerezo, al mando en el sitio de Baler, el último bastión de España en Filipinas. Los últimos de Filipinas. Resistieron tanto que hasta el enemigo filipino se hizo amigo, sino de ellos, de su valor. El último día de aquello es hoy el día de la amistad hispano-filipina.

La bandera española que flameaba en la torre se había consumido por el sol, la lluvia y el viento. Afortunadamente, en la iglesia pudieron encontrar telas de color amarillo y rojo. La bandera que amparaba a todos fue rehecha. Pero la torre, a fuerza de cañonazos, se vino abajo. La defensa había llegado a límites infranqueables. Parecían todos espectros salidos de la huesa. Tal estaban de exangües, pálidos y descarnados. Llegaban los postreros días del sitio. Había comenzado éste en febrero de 1898. Entregadas las Filipinas, no había razón para continuar más la resistencia. Duró la resistencia 337 días. Se escribe eso rápidamente. No se piensa lo que esos 337 días representan en un local cerrado, infecto, sin víveres, sin ropa, inundado por la lluvia, sin sal, sin agua saludable, sin zapatos, azotados por la epidemia, sin poder dormir. ¡337 días de serenidad, de constancia, de heroísmo! Sí, desde Numancia no se ha dado caso tan extraordinario en España. ¡Y casi sin gloria! ¡Sin gloria clamorosa, resonante, trompeteada! ¡Estaba aquello tan lejos y tan solitario!.

Y, en fin, mis tíos abuelos Francisco González y José González...

Ya lo dijo alguien en Iria Flavia: El que resiste, gana.

Tema(s): La Sociedad de la Información en España. Firma electrónica.

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