26 feb 2012

El nuevo mundo.

España necesita una gesta como el descubrimento de América para salir del enorme atolladero en el que se encuentra. Necesita descubrir un nuevo mundo totalmente desconocido para ella, una tierra ignota abonada con la libertad política y la defensa de los derechos individuales y colectivos de la sociedad civil. Necesita salir de la confusión histórica que se deriva de una Revolución Francesa fracasada y superar los miedos atávicos, telúricos que provienen de una guerra civil donde nos enfrentamos a nosotros mismos para beneficio de los de siempre. ¿Sabían que Alfonso XIII pagó una suma desorbitante de dinero a Mussolini para que apoyara el Levantamiento y recuperar el, SU, trono?.

 La sociedad civil, el pueblo, nunca ha importado demasiado a la clase dirigente, que ha ido heredando el poder por gracia dinástica o gracias al aparato estatal que cobija en su negra covacha a los partidos,sindicatos,patronales y grandes empresas (algunas privatizadas pero con monopolio absoluto de facto) larvarios y parasitarios de la decadencia española.

Llega el oro de Nuestra Señora de las Mercedes a España, después de más de doscientos años, con las cuquerías peruanas que iban a ser para Napoleón, para pagar nuestra neutralidad y pagar sus guerras europeas. Sólo cuatros años después, el terminador de la Revolución Francesa entraría en España para acabar con el régimen maloliente que hacía de vientre ante el corso de oriente. Como siempre, la clase dirigente huyó despavorida mientras una parte de la clase intelectual veía en el poder francés la solución a los problemas endémicos de España (y no les faltaba gran parte de razón).

Sin embargo, tuvo que ser el pueblo llano el que recogiera la bandera de la soberanía nacional, y creyente en unos dioses benevolentes, los dioses de sus ancestros, los que habían representado durante siglos su tierra, su trabajo en ella, su lengua, su historia (sus antepasados), derramara su sangre..para volver a dar la divinidad civil a un rey felón.

España necesita volver a 1812, a Cádiz, para terminar la tarea que empezó, echarse al mar fenicio de la bahía gaditana y descubrir, echando por la borda un régimen corrupto, la libertad política que no ha conocido jamás.

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