Dice Spengler que no existe una matemática, sino muchas matemáticas. Cada cultura ha tenido la suya, y considera a las matemáticas como otro arte más. Afirma además, que la matemática griega, evolución de anteriores, murió en realidad hace tiempo, y que ahora estamos sumidos en realidad en la arábiga, que languidece a su vez.
Cuando Sócrates en su diálogo con Critón le argumenta sobre la conveniencia de obedecer a ciertas leyes particulares porque son justas y sobre dichos argumentos construye la argumentación en favor de la obediencia a la patria que sustenta esas leyes, está usando la matemática lineal, euclidea.
Pero en una matemática no lineal no se cumple el principio de superposición, y, aunque leyes particulares puedan ser morales, esto no implica que una determinada suma ponderada de las mismas lo sea. No se cumpliría la justicia conmutativa ni la distributiva, en el sentido puramente matemático del mismo.
En los Estados de Derecho occidentales, como argumenta Antonio, la legalidad tiene preeminencia sobre la moralidad, y el imperio de la ley amenaza a aquel que transgreda la primera aunque sea invocando la segunda.
Se podría ver la legalidad actual como la función lineal que basada en el sistema atómico de las leyes morales basadas en los derechos humanos, construye una estructura rígida en cuyo seno languidecen y se encarcelan los fundamentos morales al negarles cualquier dinamismo.
La reiterada alusión a la Constitución en el corrupto Estado de Partidos es como la defensa de las pirámides por parte del faraón de Egipto. Quién atente contra esa legalidad, le caerá encima todo el peso de la Ley.
En las cercanías de un posible axioma Legalidad-Moralidad, las leyes particulares deberían quizás tener la mayor importancia al emerger del punto común de las leyes naturales. Pasar del triángulo actual donde la legalidad estatal, estática, corrompe las leyes particulares al ponerlas a los pies de los caballos de los intereses de los siervos del estado, a un triángulo invertido donde la base, preñada de leyes particulares, esté en contacto directo con la sociedad civil y con el aire puro de la Verdad-Libertad.
Esta Verdad-Libertad, horizontal, al nivel del triángulo invertido, sería perpendicular a la armonía Legalidad - Moralidad, asegurando en la base de la existencia humana, la sociedad civil, la moralidad de las leyes particulares, las que tienen más importancia debido a su tamaño humano.
La legalidad sería pues asegurar la moralidad en todos los niveles de las leyes, desde las particulares hasta las más generales que permitan conectar aquellas con los derechos humanos. La Justicia sería la constatación de la moralidad, leal a la naturaleza, de todos estos niveles, y no sólo en leyes particulares usadas como fundamento arquitectónico para una legalidad no moral.
La Justicia, que actualmente muere buscando la continuidad de la moralidad dentro de los sistemas políticos, llegaría a conectar con la Verdad-Libertad de la superficie social, respirando moralidad.
Ahora muere ahogada, estrangulada, dentro de la pirámide altiva, asesinada injustamente por los secuaces del sistema, cuando quiere alertar a los ciudadanos de que se haya secuestrada y se menciona su nombre en vano.
Así pues, un sistema político como la República Constitucional y su legalidad asociada no sería el sistema más alto, que como las pirámides aseguran su estabilidad sobre el trabajo vivo de los esclavos muertos, la moral de los esclavos de Nietzsche, con el peligro permanente para los verdaderos constructores de que les caiga encima “el peso de la Ley” levantada con su propio sudor.
La ley no debería ser pesada, como sangre enferma. El cumplimiento de la ley debería ser sinónimo de vida buena, la sangre fluída, al conectar con la moralidad de la naturaleza. Ahora mismo, casi es tan pesado cumplirla como no cumplirla, salvo que por ingeniería eunuca o partidista se haya escalado en la Justa Pirámide y el peso de la ley se componga de la Real Familia y de unos cuantos cortesanos congresistas. Por supuesto, nuestro Legal Peso será mantenido por otros.
La República Constitucional y la legalidad república no sería el sistema más alto, sería el sistema más profundo.
El que asegura su estabilidad en el trabajo vivo de los hombres libres, los señores verdaderos.
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