27 sept 2007

Segunda Guerra Fría


Hoy fueron noticia la tensión creciente en Birmania, que se ha cobrado cinco muertos y una división manifiesta en la 62 Asamblea de la ONU, las espectaculares maniobras militares chinas, la muerte de 121 talibanes en Afganistán y la contestación de Cuba a Bush en la sede de la ONU.

Creo que es posible definir una democracia en términos energéticos; un sistema democrático será aquel sistema político que necesite el mínimo de energía para su mantenimiento, no siendo esta energía la magnitud física que se mide en Julios, sino la plusvalía vital que obtiene la clase política con el uso de la mentira. La mentira es la energía de las falsas democracias, la que hace orbitar a políticos lejos de sus posiciones habituales de mediocridad, la que se reparte gracias a medios de comunicación unidireccionales. Y la fuerza bruta es la energía de las dictaduras.

Estamos en mitad de la Guerra Energética, con una guerra abierta en Afganistán, maquillada en los medios de comunicación occidentales como un escenario con esporádicos ataques terroristas. 121 muertos son las cifras de una guerra, una guerra que se libra a sólo centenares de kilómetros de la frontera china, país que hoy ha enseñado al mundo su poderío bélico.

Esta guerra global por los recursos energéticos, y pasada una fase que arranca en 1991 con la desintegración de la URSS y el viraje de la misma y China hacia economías de mercado, se puede ver como los prolegómenos de una Segunda Guerra Fría. Una guerra fría que tendría como máximos contenientes a Estados Unidos y China y siendo Rusia, esta vez, protagonista secundario.

Como en la primera, en esta guerra fría, el principio de Destrucción Mutua Asegurada garantiza que no se pasará a una guerra caliente con un enfrentamiento directo chino-americano, planteándose en su lugar guerras locales libradas por aliados interpuestos, como el posible enfrentamiento que se puede producir en Birmania y en las naciones limítrofes, una especie de continuación de la Guerra de Corea, que oficialmente no ha acabado.

A diferencia que la primera Guerra Fría, que era un enfrentamiento político, económico, cultural y propagandístico, en la segunda el enfrentamiento será esencialmente económico, por lo que se elevará el nivel propagandístico, en esencia, la mentira, para justificar las diversas acciones que se llevarán a cabo. Esta mentira creciente, enemiga mortal de la libertad y la democracia, puede envenenar aún más las falsas democracias occidentales y promover una censura encubierta que se puede notar de manera especial en Internet.

Sólo con la instauración de esta Segunda Guerra Fría tiene Estados Unidos la posibilidad de mantener su supremacía mundial, llevando al mundo a pactar tablas, una nueva cuarentena para la libertad de pensamiento y carta blanca para un fuerte desarrollo capitalista, favorecedor de pequeñas élites y basado en masas adocenadas a ambos lados del paralelo 38.

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