3 sept 2007

Combate naval bajo el signo de la Cruz


Magnífica explicación gráfica de lo acaecido en la Transición así como del concepto de acción crucial, crucial para que una acción revolucionaria pueda tener éxito.

Quizás se pueda ver toda acción revolucionaria como acción crucial, ya que todo movimiento que quiera cambiar la realidad dominante y su discurso, se tiene que enfrentar a ella desde posiciones de perpendicularidad, compartiendo conceptos y realidades comunes, pero acercándose al contrario desde regiones del espacio no tan alejadas como lo sería un choque de 180º, en linea recta.

El choque de 90º o aproximado, tiene, como afirma D.Antonio, el peligro que en las proximidades del cruce, punto de minima energía de una curva y maxima de la otra, la descendente aproveche el impulso del enemigo y en el momento del choque defina la trayectoria posterior al impacto según sus intereses.

Se podría ver, quizás, como un enfrentamiento naval. La curva descendente es el barco que tiene el poder estatal y está falto de empuje social; poca gente pero con los cañones; la curva ascendente es el barco poco equipado pero atestada de bravos guerreros.

El barco de la curva que desciende buscará ponerse de costado en el momento del cruce, para mostrar al enemigo el brillo de los cañones. Eso pudo ser lo que paso en la transición. El barco de los guerreros no maniobró bien y se quedo de costado, quedándose los jefecillos deslumbrados por los oropeles, las grandes banderas robadas a la sociedad y la mística del poder.

La estrategia adecuada hubiera sido embestir a modo de ariete contra el costado del barco franquista, perpendicularmente, minimizando al daño que en la estructura del barco hubieran infringido la artillería franquista, y provocando la ruptura del mastodóntico barco.

La curva descendente va a buscar siempre el costado de la curva ascendente, evitando el encuentro crucial, humano, mostrando una imagen de Estado y dioses (televisión y otros) para ocultar la pequeñez de sus hombres.

Se puede ver también, como después del choque en la transición, y una vez transbordados los corruptos jefecillos al barco estatal, preñado de oropeles, dicho barco monstruoso se alejo en una progresión ascendente dejando en descenso a una sociedad civil perpleja.

La sociedad civil y su humilde barco eran el “barco de Troya” para transportar a los “insignes caudillos”.

Sin embargo ahora, el barco estatal vuelve a descender, en crisis, y el barco de la sociedad civil, tantos años a la deriva, sale a su encuentro en la mar oceána.

La Grande y Felicísima Armada vuelve a surcar los mares empujadas sus velas por las ansías de libertad y verdad política de la sociedad española.

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