Foto: Gran Circo Nacional
España, flor y nata del catolismo junto con Irlanda und Polonia, cuna del carlismo, del tradicionalismo, consagrada al Sagrado Corazón de Jesús, coronada por la faraónica cruz del Valle de los Caídos, por Dios y por España..sufre precisamente por ese sano apego a la tradición, por la búsqueda radical y redundante de las raíces.
Pero es en esa búsqueda por el origen donde se encuentra la paradoja, la falla, la herida del dolor de España, que es un dolor universal, que es una unidad de historia y de destino. Pero no afirmo esto en el sentido joseantoniano tradicional, no afirmo esto porque piense que el catolicismo es lo que une a lo español, sino todo lo contrario, o más exactamente, la profundización en las paradojas del catolicismo producen o bien una payasada general o una catarsis colectiva, siendo la primera la presente, siendo la segunda una extravagancia improbable de la historia, un rizar el rizo maravilloso que haría brotar ambrosía de las oquedades y socialistas de las diputaciones.
Porque el destino de España, por su bamboleada historia y retrancas y retruécanos de las parcas and moiras, es ser la guardiana y custodia, involuntaria, sin saberlo, siendo ejemplo vivo de ello, del mayor fraude que han conocido los tiempos, del mayor plagio cometido, a saber: la creación del cristianismo como religión de estado por el imperio romano. .
¿Y esto qué importa ahora?, ¿cómo afecta al diario discurrir del hombre ibérico?, ¿qué le importa a él si son churras o merinas, estrella de david o cristiana cruz, si todo lo invade el laicismo?. Porque en el seguimiento a pies juntillas de lo accesorio de la religión, lejos del cumplimiento o entendimiento de unas reglas de convivencia sociales, plasmadas en dogmas extrañísimos, y sin comprender la esencia y su conexión con la tradición más antigua, se producen extrañamientos que desembocan en lo fariseico, payasesco y esperpéntico. Es la historia del payaso tonto y el payaso triste de Balada Triste de Trompeta, es la actuación hipócrita y violenta del gracioso profesional o religioso formal, que esconde el drama de una vacuidad lerda-budista, desconectada de toda realidad.
Las ambiciones de poder en esta situación circense sólo pueden tomar dos caminos: la estafa piramidal que supone engañar a las futuras generaciones con esta pantomima con dosis de ingenio y violencia, a lo psicótico; o la leve tristesa que se desprende de saberse un payaso y no querer ser payaso, a lo payaso triste. Las dos españas que quedaron tras la mutilación brutal del elemento judío, conexión con las tradiciones más antiguas de la humanidad.
El final de la película de Alex de la Iglesia es impresionante, altamente simbólico. Posiblemente el director no haya tenido intención alguna en plasmar lo que voy a secretar a continuación, pero bueno. Soy maestro en la interpolación de cuarto orden.
...bueno, otro día lo cuento, si acaso.
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