"El propósito de la política de bienestar debería ser la eliminación, tanto como sea posible, de la necesidad de tal política.
La visión gubernamental de la economía puede resumirse en unas cortas frases: si se mueve, póngasele un impuesto, si se sigue moviendo, regúlese, y si no se mueve más, otórguesele un subsidio.
No existen cosas tales como límites al crecimiento, porque la capacidad humana de inteligencia, imaginación y asombro no tiene límites.
La diferencia que hay entre una democracia y una democracia popular es la misma que existe entre una camisa y una camisa de fuerza".
Ronald Reagan
1:52 "yo les sugiero que no existe izquierda ni derecha; sólo existe arriba y abajo"
Pocas figuras tan vapuleadas por el antiamericanismo europeo - no digamos ya por el español ultramontano - como la del presidente Ronald Reagan. Las críticas europeas me recuerdan el asombro, la extrañeza y las críticas de los sindicatos españoles al modelo sindical alemán, el vértigo y la naúsea que les produce eso de que "se financien por sus afiliados" y no por TODA LA CIUDADANÍA.
Igual los partidos políticos y la patronal. Sus críticas, sus feroces algaradas, no dejan de ser una defensa de su medio de subsistencia: el rebaño mesetario e informe enrejado en un régimen cuasitotalitario.
En la transición (Lost in Translation) se vendió la libertad como la aparición de tetas y muslámenes y poder meter cada cuatro años una papeleta en una urna para uno de esos partidos prefabricados, con una constitución prefabricada, en habitaciones ocultas y aire viciado de ducados y oligarquías. Ante tales argumentos, el español (y española) ha estado haciendo el Esteso y el Pajares durante más de treinta años, aturdido y borracho ante tales maravillas, turgencias y milagros. La transición (y este régimen aún) es el Interviú y la Televisión.
¿Proceso constituyente?, no me hagan reir. ¿La constitución que el pueblo español se dió a sí mismo?, que se me salta el piloro, oiga. España es un país de horteras que se cree libre y vive arrastrado por los ganapanes de la transición. Mientras se ha engañado a Europa y el mundo, con la cosa del piso español, la cosa fue bien, la horterada de nuevo rico llegó a límites estratosféricos, pero cuando la cosa, el apaño ha explotado, la realidad nos ha devuelto al punto donde todo se empezó a torcer. Estamos con el dictador agonizando y el Marques de Villaverde hurgándole las tripas. España y su Día de la Marmota.
En el interín, una generación alelada y narcotizada por la televisión, en lo más profundo y pestilente de la caverna de Platón, traidora a la vida y a la realidad.
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