Lo que tenemos ante nosotros, los españoles, con la escalada soberanista catalana, es un problema pero también puede ser una solución, como afirmaba Artur Mas en una respuesta al presidente Rajoy. La petición de un pacto fiscal para Catalunya recuerda en cuanto a su origen, nada menos que a la Revolución Francesa, que comenzó su proceso con la negativa del Tercer Estado a no pagar impuestos, la abstención fiscal. Ante esa amenaza, los otros estados, la nobleza y el clero, se sentaron inmediatamente a negociar.
La petición del pacto fiscal catalán y la apuesta por la independencia puede provocar finalmente un cambio de régimen en el resto de España. Porque lo que subyace en esta crisis, que afecta de manera especial a España, es la incapacidad de la actual clase política de adecuarse a los tiempos actuales, siendo incapaces de aplicar las medidas de austeridad a las propias estructuras del Estado, repetidas y anunciadas hasta la saciedad por la casta política pero nunca llevadas a cabo.
Porque la clave de la delicada situación que atraviesa España se halla en la estructura no democrática de su Estado. Da en la clave el Sr. Pujalte en su entrevista de hoy en 24horas cuando afirma su temor de que hay gente que afirma que en España no hay democracia.
Pues no hay democracia, Sr. Pujalte, no la hay en la cantidad y calidad que lo requiere la situación, no la hay porque la democracia es ante todo la capacidad de control sobre la clase política, una vez elegida, mucho, mucho más importante que el hecho de elegirla.
La capacidad de destituir a un político que lo hace mal, de controlarlo, de que una auténtica separación de poder lo fiscalice es la esencia de la democracia, su pilar, y no la capacidad de elegir cada cuatro años a unos representantes parapetados en las poderosas estructuras de los partidos políticos.
Unos partidos políticos que han copado el espacio político de este país, no permitiendo la manifestación política si no es a través de sus cauces. Pues bien, más democracia, mucho más democrática y eficaz sería una estructura política donde los cargos fuesen alcanzados por oposición (para alcaldes, diputados...) con la posibilidad de ser destituidos e interpelados por la sociedad civil.
Sólo la innovación, y no sólo la científica puede salvar a España del duro trance en la que se halla. La innovación política. Se impone la necesidad de reformar la Constitución de 1978 y abrir un periodo constituyente donde se rehaga nuestro modelo de Estado para dotarlo de inteligencia estructural y de eficacia organizativa, planteándose incluso un potencial cambio de régimen, una república constitucional, una república federal o la actual monarquía parlamentaria deberían ser opciones a plantearse y estudiarse con seriedad.
No hay tiempo para un milagro tecnológico en España. No tenemos ese tiempo que se necesita para que prosperen las iniciativas empresariales, las mejoras educativas, las potencias creadoras en el campo del emprendimiento. Ya lo habrá. Pero ahora tenemos la oportunidad de abrir un periodo que nos brinde la posibilidad de organizarnos mejor, inagurando una democracia de base pero coronada por la meritocracia, y no heredado su más alto pináculo por la gracia de Dios, sino por el talento del hombre.
Apelo a vuestra inteligencia y a vuestro coraje. Apelo a la verdad que todo lo sustenta. Sólo os dejo un enlace para vuestra reflexión y crítica. Vamos España! Vamos Cataluña!
Republicanismo constitucional, curso acelerado de
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