que yo llamo «del I Ching». Consiste
en coger de un estante o de la mesa
aleatoriamente un libro, y abrirlo sin mirar,
por cualquier parte. Y ver lo que me encuentro.
Esta noche
he agarrado la Tercera antología
poética, de Juan Ramón Jiménez,
y en la página 730 me he topado
con estos versos que transcribo:
«¡Crearme, recrearme, vaciarme, hasta
que el que se vaya muerto, de mí, un día,
a la tierra, no sea yo...!».
¡Ah, bendito seas, Juan Ramón!
¡Te puedo asegurar que no te fuiste!
El cadáver, J. R., no eras tú.
(El juego de los chinos, Roger Wolfe)
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