16 sept 2012

El tambor de hojalata.


El tambor de hojalata, magistral novela de Günter Grass, escritor alemán y casubio, nacido en Danzing (o Gdansk en su terminología actual polaca) en el año 27 del pasado siglo, con todo lo que eso conlleva. Es una novela cargada de simbolismo, mágica, que preserva el hilo de esperanza ante la barbarie en la que cae la civilizada Europa. Europa: cuna de las más refinadas y certeras preguntas y de las más abominables y atroces respuestas.

Oscar decide no crecer más allá de los tres años, al ver la deriva que va tomando su entorno en la Ciudad Libre de Danzing. Él es el guardián del secreto de la falda de cuatro lados de su abuela casuba, piedra angular y genius loci de Danzig: la convivencia de distintas culturas en paz: la alemana, la polaca, la casuba. Oscar es su heredero, el receptáculo de la sabiduría contenida en el arca de la alianza polimeria. Oscar aporrea su tambor como Isidro en el paso del Bruch, que se magnifican en las altas montañas de las profundas simas de la tradición y la historia de los pueblos sabios. Los pueblos que integran como la falda amplia de la abuela totémica.

 Oscar y su tambor son la reserva espiritual y moral de la Alemania que se abandona al totalitarismo y a su horror. Es conmovedor ver pasearse a sus compañeros de circo por media Europa, entre la sangre y fuego, entre el ruido y la furia, entre el choque de los poderes humanos de las élites y la necesidad telúrica de la especie por la supervivencia y la procreación. La vieja y buena Europa viaja entera con esa troupe de enanos, banderín de enganche de las antiguas naciones. No crecen, a la espera de sus naciones, que regresarán, moribundas, ensangresadas, esquizofrénicas, o no regresarán. Ellos son el hito en la historia lineal de progreso, dentro de la real evolución histórica no lineal, llena de claroscuros.

El progreso y la especie avanzan porque ellos no avanzaron.

Oscar es la esperanza y el hito al que regresará Alemania tras darse un paseo de dieciocho años por el infierno. Entonces, cuando Oscar cumple veintiún años, decide que va a crecer. Sólo el loco que ronda los cementerios lo intuye antes que nadie: !Oscar está creciendo!, !está creciendo!.

Alemania ha regresado a la Ciudad Libre de Danzing aunque Alemania abandone Danzing. Oscar se despide de su abuela casuba y se monta en el tren que le lleva hacia el Oeste.

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