El domingo 9 de Marzo tendrá lugar uno de los conciertos más esperados de los últimos cuatro años: nada menos que la descarga en directo de los dos principales grupo con la cara más dura de los últimos 30 años, Bono Jovi y Los Peperos Escozios.
Yo, como crítico musical que soy, no puedo dejar de criticar a estas dos bandas por la pésima música que escupen sus instrumentos y las afonías galopantes que emanan de las gargantas de sus líderes, el extravagante ZetaPeta y el inexpresivo Rajoy.
Pero lo peor no es la falsa absoluta de cultura musical de los líderes, ya que si tras taparnos los oídos para evitar que la música de los secuaces nos distraiga, logramos concentrarnos en la letra de las canciones, descubriremos el origen de este par de grupos de diseño que salieron del programa de televisión OT (Operación Transición), que con gran sutileza sustituyó a los casposos grupos musicales de antaño por otras bandas, siendo estas dos sus máximos representantes, para que en el fondo nada cambiara.
Los españoles seguimos sin verdadera buena música. Y es que a nadie le parece extraño que estos dos grupos cambien de registro según el calendario electoral (el que se rige por el movimiento del votante alrededor de la urna; una vuelta completa dura 4 años). Pasan de la orquesta sinfónica a la alegre zarzuela, transitan por el flamenco en todos sus palos, no desdeñan la opera cuando quieren dar una imagen de prestigio y sin remisión, recurren al heavy y a la tensión cuando se acercan las elecciones.
Yo desde luego no pienso ir al concierto, me abstendré de adorar a la sagrada urna, no pienso probar esa adormidera, esa droga fatal. Si vamos pocos al concierto, dejarán de tomarnos el pelo vendiendo como música lo que no lo es. Vendiendo democracia cuando no lo es.
Yo, como crítico musical que soy, no puedo dejar de criticar a estas dos bandas por la pésima música que escupen sus instrumentos y las afonías galopantes que emanan de las gargantas de sus líderes, el extravagante ZetaPeta y el inexpresivo Rajoy.
Pero lo peor no es la falsa absoluta de cultura musical de los líderes, ya que si tras taparnos los oídos para evitar que la música de los secuaces nos distraiga, logramos concentrarnos en la letra de las canciones, descubriremos el origen de este par de grupos de diseño que salieron del programa de televisión OT (Operación Transición), que con gran sutileza sustituyó a los casposos grupos musicales de antaño por otras bandas, siendo estas dos sus máximos representantes, para que en el fondo nada cambiara.
Los españoles seguimos sin verdadera buena música. Y es que a nadie le parece extraño que estos dos grupos cambien de registro según el calendario electoral (el que se rige por el movimiento del votante alrededor de la urna; una vuelta completa dura 4 años). Pasan de la orquesta sinfónica a la alegre zarzuela, transitan por el flamenco en todos sus palos, no desdeñan la opera cuando quieren dar una imagen de prestigio y sin remisión, recurren al heavy y a la tensión cuando se acercan las elecciones.
Yo desde luego no pienso ir al concierto, me abstendré de adorar a la sagrada urna, no pienso probar esa adormidera, esa droga fatal. Si vamos pocos al concierto, dejarán de tomarnos el pelo vendiendo como música lo que no lo es. Vendiendo democracia cuando no lo es.
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