La definición original de infierno hace alusión al estado permanente al que llegan aquellas personas que en vida renunciaron a la comunión con Dios, con sus semejantes y con la Naturaleza. Este estado se alcanza pues, tras la muerte. Sin embargo, en el seno del cristianismo se ha debatido en los últimos tiempos sobre esta cuestión y según propias palabras de Juan Pablo II: «Las imágenes con las que la Sagrada Escritura nos presenta el infierno deben ser rectamente interpretadas. Ellas indican la completa frustración y vacuidad de una vida sin Dios. El infierno indica más que un lugar, la situación en la que llega a encontrarse quien libremente y definitivamente se aleja de Dios, fuente de vida y de alegría».
Si existe un lugar donde prolifere el estado espiritual infernal es en las falsas democracias. Con los cielos de la sociedad política cerrados por la corrupción e irrepresentatividad, estamos en una situación apocalíptica donde se han abierto los 7 Sellos y campan a sus anchas los Cuatro Jinetes. La globalización económica lleva tiempo modificando leyes y escribiendo constituciones, “abriendo sellos”, provocando el levantamiento de los jinetes de la guerra, la sangre, la muerte y la enfermedad.
Los falsos profetas que gobiernan permiten el tránsito de estos ejércitos, que se refrescan en los abrevaderos parlamentarios, donde se sitúan los nueve círculos concéntricos descritos por Dante. Porque dantesca es la situación para la sociedad civil, ya que enjaulado Dios, sin separación de poderes (Trinidad), arrastra su espina dorsal por los infiernos de la servidumbre voluntaria donde habitan todos los pecados capitales.
Como corderos, las columnas vertebrales que protegen la fuerza vital, se muestran horizontales ante el demonio de las religiones políticas monoteístas (dictaduras) y politeístas (oligarquías). El dragón de los pecados y de la falta de voluntad nos vence por sistema y pocos son los que como San Jorge vencen a la animalidad promovida por los medios de comunicación y se erigen dignos.
Hoy son pocos, mañana seremos 144.000 en cada mónada. Hoy los cuatro jinetes y los cataclismos se suceden y el número de la Bestia quizás se extraiga del número de letras de un príncipe heredero, numeración y dinastía de un país católico. Tras el Argamedón de la lucha electoral que derrotará a las falsas democracias, la auténtica Democracia, la Libertad. La Nueva Jerusalén.
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