21 may 2011

Modelo de capas. (Reloaded: 18/12/2007)

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En este artículo defiendo los postulados de la República Constitucional, promovida por el MCRC, del que soy simpatizante. El MCRC defiende la abstención activa como vía para conseguir la libertad política en este país. Personalmente abogo por el VOTO NULO como forma de dejar constancia de dicha abstención activa.

Propongo además un modelo de capas para explicar la actual situación política española: una partidocracia lejos de ser una verdadera democracia.




Del estudio de los artículos de D. Antonio, he ido realizando una aproximación gráfica a la teoría, llegando a un modelo general formado por una serie de capas. Por mi formación técnica en ingeniería de telecomunicaciones, me es familiar el modelo OSI de 7 capas para caracterizar los sistemas de comunicaciones, donde cada capa superior hace uso de las funciones que le brinda la inferior, por lo que quizás esta visión tenga algo de desviación profesional.

Sin embargo, en la lectura del último libro que estoy cotejando, "Panfleto contra la democracia realmente existente" de Gustavo Bueno, éste postula también por un modelo formado por capas, el cual estudiaré con detalle. Asi mismo, D. Antonio, en muchos de sus artículos utiliza visiones geométricas que no son incompatibles con este modelo.

El modelo está provisto de un dinanismo que es dificil de representar en un sólo papel, estando presentes fuerzas centrípetas (muy presentes en el Estado de Partidos) y fuerzas centrífugas (a grosso modo, como consecuencia de la separación de poderes). Estas fuerzas centrífugas permitirían la emergencia de la sociedad política (capa superior) desde la sociedad civil (capa inferior), atravesando y sorteando las fuerzas de atracción presentes en cada una de las capas en el ancenso (capa o plano sindical, empresarial, etc..).

Uno de los dinamismos más importantes del Estado de Partidos es el realizado por los medios de comunicación y sus fuerzas de persuasión, unido a las fuerzas centrípetas que constituyen los convenios colectivos que firman los sindicatos del Régimen en convivencia con la Patronal.
Esta combinación de fuerzas hace que la sociedad civil se translade en masa hacia los colectores donde es alineada en largas colas, formándose en dicha capa los territorios del tercio laocrático, que resiste en mayor medida al arrastre estatal, y los de la servidumbre voluntaria y del oportunismo puro y duro.
Este último sector lo forman los primeros de las listas electorales y los rostros famosos que se dejan grabar entrando en alguna oficina bancaria o establecimiento comercial. La cuestión es formar listas, colas en la sociedad. El prestigio social se pide por la posición que se tenga en la cola, la naturaleza de la misma es casi lo de menos.

La sociedad civil se mueve como el cordero de Panurgo: uno inicia el movimiento y el resto se va sumando. El arrastre es más efecto, claro está, si se trata de un rostro famoso el que se graba entrando en una entidad de crédito o cualquier otro establecimiento de degüello; estos días se puede ver, por ejemplo, a Imanol Arias confiando en los servicios de cierta entidad, formando una cola en la sociedad civil, con el como cabeza de lista.

Las capas sindical y patronal son esenciales para comprimir la base de la estructura, que se corona con una clase política que vive secuestrada por el poder financiero que impone su ley en el consenso de los partidos.
El ascenso del poder financiero desde sus feudos del plano empresarial, se puede situar a principio de los sesenta, con el abandono de Breton Woods y la correlación entre el oro y el dólar y posteriormente con la libre fluctuación de las divisas. Estos movimientos entronizaron al sector financiero a nivel mundial, que desde entonces comprime en la cúspide a las falsas democracias occidentales de forma aún más acusada, usando la propiedad de los principales medios de comunicación para la "formación de las infinitas listas" del consumo dirigido en la sociedad civil, pagando a "corderos" ilustres como Imanol Arias por un trabajo que equivale a la de un político partitocrático.

La integración de sociedad civil en el Estado ya no es realizado por los partidos, como señalaba D.Antonio en uno de sus artículos, sino que esa función le corresponde ahora a los medios de comunicación, que sólo alumbra al rastro dejado por los partidos en su particular huida hacia el enquistamiento en el Estado (desde un anterior tercio laocrático), cuando llega el periodo electoral.

Seguiré desarrollando este modelo y completándolo con explicaciones parciales de artículos de D.Antonio con partes concretas del mismo. Por ahora sólo se trata de un boceto del que trataré de eliminar posibles errores e introducir principios de la actividad económica, principalmente del mundo financiero, que se mueve con libertad en la falsa sociedad política de un mundo globalizado, parasitando y descansando su vigor en las mediocres y asfixiadas "democracias occidentales". En realidad, el mundo financiero iguala todos los régimenes a los que reduce a la categoría de vasallos, en unos esquemas en los que las sociedades civiles se transforman, por los efectos de los arrastres, en simples sociedades consumistas, incapaces de ver la posibilidad de la libertad política que propone el MCRC.

Para mostrar esta posibilidad, esa estrella en el firmamento invadido por las telemáticas transacciones financieras, ha nacido el Diario de la República Constitucional, emergiendo desde el tercio laocrático.

Lo sentimos, señores del Estado de Partidos, pero esto....es un tercio español.
http://es.youtube.com/watch?v=VqJm51LFAc4

Lo que la Revolución Francesa no pudo lograr, conseguir la libertad política, lo conseguirá España y su República Constitucional. Lo que la burguesía francesa no pudo lograr, en parte con ayuda del esfuerzo intelectual de origen español en el racionalismo, a través de Descartes (y su influencias escolásticas) y Spinoza, lo logrará la épica intelectual del moderno tercio, heredero pacífico en armas, pero aguerrido en espíritu, del último tercio de Rocroi.

¡Viva España!. ¡Viva la República Constitucional!






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